I no son menos dignos de leerse dos capitulos de Estefano Graciano, d{ Steph Gratian. in disceptat. c. 179. tomo 1. & c. 217. tom. 2. }en que junta otras muchas cosas de la sal, con ocasion de declarar la razon, porque sembravan, i siembran oy con ella, las casas de los que cometen delitos de Magestad. I añade, tomandolo de Marco Varron, i de Celio Rodigino, e{ Varro apud Rhod. libr. 6. lect. antiq. c. 1. Gratian. d. c. 217. nu. 71. & alij ap. Maiol. colloq. 18. de lapidibus, pagin. 316. }que en muchos lugares de los q̃ habitan las riberas del Rheno, que oy llamamos Rin, i divide à Alemania de Francia, i partido despues en tres braços, ciñe los estados de Olanda, por no aver sal, ni maritimo, ni metalico, ò fossivo, se valen sus moradores de las ceniças de los carbones de ciertos leños, que queman para este efeto.