CAP. VI.

CAP. VI.

Si se tuvo alguna noticia de este Nuevo Orbe, antes que los Castellanos le descubrießen. I si es prouable, que fueße el Ophir adonde la sagrada Escritura dize, que Salomon solia embiar sus Armadas?

SAbido el origen de los pobladores deste Nuevo Mundo, conviene, que averiguemos, si antes del descubrimiento de Colō Colon , se tuvo alguna noticia del entre los del Antiguo. Por ser esta una de las questiones mas cōtrovertidas controvertidas , que se hallan en su materia.
I son muchos, i muy graves los Autores,
que , ò porque assi de verdad lo sintieron, ò por quitar esta gloria à los Españoles, quierẽ quieren persuadir, que huvo noticia del, i de su grandeza, aun que no tan distinta como la que despues avemos tenido. I lo que mas es, que hizierō hizieron particulares i repetidas navegaciones à el los Cartagineses, Tyros, Phenices, Romanos, Hebreos, i otras naciones, aun que despues con el tiẽpo tiempo se pu so esto tan en olvido, que el despertarlo, hizo tenerlo por nuevo. Siendo assi, que nada ay debaxo del Sol, que lo sea, i que estos siglos solo repitẽ repiten lo que ya sucedio en los passados.
Pōderā Ponderan tābiẽ tambien , lo que ya en los capitulos antecedẽtes antecedentes avemos tocado, de la historia tan particular, i tan parecida à este Nuevo Orbe, que de la isla Atlantica dexô escrito Platō Platon en su Timeo, i otros lugares de Aristoteles,
Luciano, Eliano, i S. Clemẽ te Clemente Alexandrino, en que parece, que tratan del, i de su grādeza grandeza . I el conocimiento, que Ciceron, Macrobio, Pō ponio Pomponio Mela, i otros
tuvieron de los Antipodas, cōstituyendolos constituyendolos en las mesmas Regiones Australes, i Occidẽtales Occidentales , sitas de essotra parte del Oceano, de que tratamos.
I especialmẽte especialemente los vulgares versos de Seneca en su Medea, en que sino las vio, parece que las pintò, quando dixo, siguiendo la traducion del Padre Ioseph de Acosta.
Tras luengos años vernà
Vn siglo nuevo, i dichoso,
Que al Oceano anchurose
Sus limites passarà.
Descubriràn grande tierra,
Veran otro nuevo mundo,
Navegando el gran profundo,
Que agora el passo nos cierra.
La Thule tan afamada,
Como del mundo postrera,
Quedarà en esta carrera
Por muy cercana contada.
A quiẽ quien imita el declamador Auito
diziẽdo diziendo : Que mas allà del Oceano ay unas grandes, i fertiles tierras, otras riberas, i otro Orbe, que alli nace, ò comiença de nuevo.
I sobre esto, añade Lucio Marineo Siculo,
que quitô àlos Castellanos la gloria de ser tenidos por los primeros en este descubrimiẽto descubrimiento , el averse hallado en Tierrafirme, cateādo cateando unas venas, ò minas de oro, cierta medalla antigua con el nōbre nombre i rostro de Augusto Cesar, lo qual hizo evidente, que ya los Romanos avian penetrado hasta aquella Provincia.
I Iusto Lipsio
quiere, que aun à la de Chile, por dezir, que alli, en el Valle de Cautẽ Cauten se hallarō hallaron en algunas casas, i sus portadas, escudos de | Aguilas de dos cabeças, que erā eran insignias proprias de los Emperadores Romanos, i que por esto se llamô la Imperial, una ciudad, que en el mesmo Valle fundaron los Espa ñoles.
Pero sin embargo de todo lo referido, i de otras cosas menos sustā ciales sustanciales , que nuevamente en confirmacion del mesmo intento, ponderan otros Modernos;
tengo por mucho mas acierto, que no se tuvo, ni halla en la Antiguedad rastro alguno, que muestre, ni prueve, que en ella se alcanç ô ni aun pequeña, ô remota noticia del Orbe de que tratamos. Opiniō Opinion , que ha sido seguida por muchos mas Autores, i no menos graves, que la passada, assi Españoles como Estrājeros Estranjeros : los quales cō fiessan confiessan ser maravilla, que un Hemisferio de tāta tanta grandeza pudiesse estar encubierto por tantos siglos, i mas conteniendo en si tan grādes grandes riquezas, cuya codicia suele despertar el ingenio humano para buscarlas, i procurar adquirirlas, dōde donde quiera que entiende, que puede hallarlas.
I hazese evidencia, de que no teniā tenian semejante noticia, alomenos pratica, ya que alguno, ò algunos filosofando, la tuviessen especulativa; por que si la tuvieran, no huviera tantos, que porfiàran, i perseveràrā perseveraran en el error de pensar, i enseñar, que el Mundo era à manera de casa, cubierto con el cielo à forma de techo, solo por la parte del Polo Artico, sin que este se estendiesse al Antartico, ni Regiones Australes, i Occidentales, i haziẽdo haziendo escarnio de los que le imaginavan redondo, i esferico.
Ni tampoco los Stoicos, ya que le figuravan en globo, i con dos superficies, constituyendo en medio de ellas la tierra con iguales distā cias distancias , i sostenida ensi mesma, sin otro cimiento, à arrimo, no afirmaran, ( echādo echando à perder este buen concepto) que de la otra parte del Austro, i del Occidente, todo era agua, juzgando, que estos dos elemẽtos elementos , que formavā formavan el globo, dividiā dividian entre si por iguales partes el Mundo.
Ni pudiera tener disculpa el encumbrado ingenio de S. Agustin, i de otros grandes Varones, que an tes, i despues florecieron,
afirmā do afirmando por cosa constante, que ya que entre las aguas, que los Stoicos concedian al Austro, i al Occidente, se hallassen algunas tierras, essas no podian ser pobladas, ni habitadas por hombres racionales, i verdaderos descendientes de Adan, pues no puede mẽtir mentir la Escritura, que dize, que todos los que lo somos procedemos del, ni se hallava indicio, ni forma de que alguno que lo fuesse huviesse passado, ni pudiesse passar à tan remotas Regiones, i separadas de estotro Hemisferio con toda la inmẽsidad inmensidad del Oceano, que entonces (como diremos luego) le juzgavan innavegable.
Por donde vinieron à tener por ridiculo, ò fabuloso el dezir, que avia Antipodes, i huvo tiempo en que Virgilio, Obispo Saleburgense en Alemania, fue acusado, i hecho retractar como hereje, porque en un sermon se atrevio à afirmar publicamente, que los avia.
I aunque es verdad, que Ciceron, i otros eran de esta opiniō opinion , como lo dexo apũtado apuntado ; essos mesmos confessavan, i tenian por assentado, que nadie avia visto, ni podria passar à ver los tales Antipodes, ni las tierras en que habitavan, porque demas de la division del Oceano, se avia forçosamente de atrauesar, para llegar à ellas la Torrida Zona, la qual tenian, no solo por inhabitable, sino aun por impertransible, persuadidos à que por el mucho calor siẽpre siempre estava abrasādo abrasando .
Causa que le ocasionò el nombre de Torrida, i persuasion tan firmemẽte firmemente assẽtada assentada entre los Antiguos, que aun despues de averse comen çado à descubrir lo contrario, con nuestras navegaciones, se atrevio à propugnarla en Roma Pico Mirandulano en publicas cōclusiones conclusiones , en presencia de Alexandro VI. Romano Pontifice,
i aun ay otros, que escriviendo en el tiempo que oy corre, no acabā acaban de salir deella.
Añadese à lo dicho, que si entre los Antiguos se tuviera la distinta noticia de este Nuevo Orbe, que algunos quieren atribuirles, i aun siquiera confusa, era impossible, | que entre todos ellos, sin discrepar ninguno, passàra por tan llano, i assentado como lo hallamos,
que en el Oceano Occidental de Nuestra España se acabava la tierra, i que de Cadiz adelante (que es el punto que constituyeron por lo ultimo de ella, tan celebrado como vulgar, por las columnas, que en significacion de esto se dize, que fixô alli Hercules, con el rotulo Non plus ultra) no se hallava luz de mas mundo, ni traça, ò modo para poder passar à buscarle.
Por lo qual en el mesmo Cadiz, ò cerca, constituian, el Tartaro, i los Campos Elysios, lugares en que libravan el descanso ï i reposo de sus difuntos, como tambien los extremos adonde pudieron llegar en la vida.
I la razon que daban de esto (la qual conduce assimesmo mucho para nuestro intento) era, tener por constante, que el Oceano Atlantico, que se halla en passando estos terminos, era, i avia sido hasta alli innavegable;
tanto, que ni aun à las Islas Hesperides, que son oy, segun la mas comun opinion, las de Cabo Verde, con ser tan vezinas, dize Lucrecio, que nadie se avia atrevido à buscarlas,
Lo qual, segun la opinion de los que mejor sientẽ sienten , procedia, de que aunque en aquellos siglos avia ya alguna experiencia en la navegacion, cuyo uso comẽ ç ò començ ò desde Noe, que amaestrado en lo de la Arca, fue el primero, que la introduxo, i despues Atlante Lybico, i otros la fueron adelantando.
Toda via, era solo de costa en costa, sin atreverse à engolfar en alto, i mas en mar tan profundo, borrascoso, i dilacado, como el del Oceano Atlantico, como entonces no avian aprẽ dido aprendido ā a hazer naves à proposito para esto, ni conocido el uso del Astrolabio, i de otros instrumentos nauticos, sin los qual es era forçoso, que erraran, i peligraran en semejantes navegaciones. I especialmente careciẽdo careciendo de la noticia, i uso de la Aguja de marear, i singulares, i maravillosos efectos, que en ella obra la Piedra Imàn.
De cuya invencion, propriedades, i utilidades, i de las causas naturales porque mira al Setẽtriō Setentrion , i atrae à si el hierro, i otras prodigiosas experiencias, que con ella se han ido haziendo, i descubriendo, ignoradas casi todas por los Antiguos, escrive mucho en nuestros mesmos terminos Ioseph de Acosta, i para otros varios intentos otros varios Autores.
I siguiendo esta opinion, podemos facilmente responder à los argumẽtos argumentos , que traximos por la cō traria contraria , que lo que se dize del lugar del Eclesiastes: Que nada se puede ya oy hallar nuevo en el mundo, se ha de entender en hyperbole, ò tomado argumento de lo que mas de ordinario sucede; i tiene otras muchas exposiciones, que alli traẽ traen sus Comentadores.
Porque es llano, que Dios ha dispuesto de suerte las cosas, que cada Edad va hallando, i descubriendo muchas, que no se supieron, ni conocieron en las passadas.
Por donde Thales Milesio, i otros,
llamaron bien al Tiempo, Inventor, ò descubridor de ellas. I Seneca dexò escrito, como en vaticinio de este Nuevo Orbe, que se debe tener por cosa pequeña el Mundo, si en el no tuviesse de nuevo, que buscar todo el Mundo.
De que tenemos bastantes exẽ plos exemplos en la Arte Impressoria, en la polvora, i Artilleria, Aguja de marear, i uso de la Piedra Imàn, Açucar, Papel, Purpura, i otras muchas, que no conocieron, ni alcan çaron los Antiguos, i algunas de ellas se han hallado à caso, i de poco acà, como largamente lo refieren, i consideran varios Autores.
I el origen i nacimiento del Nilo estuvo muchos siglos tan ignorado, i las causas de sus crecientes, que se tuvo por impossible, i por parte de bienaventurança, poder alcançarle; i vemos, con la claridad que le descubrieron, en el de Nuestros Padres, los Portugueses.
Segun lo qual, bien pudo suceder lo mesmo en el Nuevo Orbe, como en sus terminos, i diziẽdo diziendo , que este exemplo es mas digno de admira| cion, i ponderacion, que quantos se han traido, i pueden traer, el docto i Pio Varon Tomas Bozio,
i otro Ingenioso, aunque no tan Pio Poeta Inglès, que satisfaciẽdo satisfaciendo en particular al lugar de Salomon en el Eclesiastes, dize en un Epigrama:
Que nada sea nuevo, fundo,
En dezirlo Salomon:
Mas, sin embargo, Colon
Dio al Viejo otro Nuevo Mundo.
Lo que se dize de algunas navegaciones, que intentaron por lo alto, i profundo del Mar Atlantico algunos Antiguos, i especialmente de la de Hanon, que la quieren hazer semejante, à la tercer a de Colon à estas Indias;
Se satisface, con que otros muchos Autores las tienen por falsas, negando, que jamas, sino es arrebatados de rigurosa tormẽ ta tormenta , se apartassen mucho de tierra, i probando con evidencia, que ni alcançaron, ni pudieron alcançar el uso i pericia, que oy tienen los nuestros en navegar, ni el del Aguja de marear,
aũque aunque ay quien pretenda defender lo cōtrario contrario , pensando ser la que Plauto llama Versoria.
Siendo assi, que esta palabra no significa sino lo que entre nosotros se suele dezir, Dar, ô tomar la buelta.
Lo de la Isla Atlantica de Platon, ya dexo apuntado, que fue sue ño, ò fabula, que quiso fingir, como la de las otras, que refieren Aristoteles, i Luciano, i Eliano, i assi lo dizen, i muestran con evidencia Autores gravissimos, fuera de que aun las particularidades, que en ellas proponen, no se adaptan à nuestras Indias.
I no aprieta mas para probar, que huviesse noticia de ellas, el dezir, que huvo quien la diesse, ò tuviesse de los Antipodes, i Antictones, que no pueden caer en otras Regiones. Porque esto lo dixeron solo raciocinando, i fue tan dudoso, i negado por otros, como se ha visto.
I la mesma respuesta recibenlos lugares de San Clemẽte Clemente , el Declamador Avito, i Seneca el Tragico, en que parece dan a entẽder entender , que supierō supieron que avia otro Mundo mas alla del Oceano; pues leidos enteramente, se verà, que no lo afirmaron, antes lo dixeron, i propusieron como por via de encarecimiento, ò en vaticinio, cosa muy acostumbrada entre Poetas, i semejantes Autores, como refiriendo para ello otros muchos lugares, lo declaran los que bien sienten.
Fuera de que el de Seneca (que es el que se tiene por mas expresso) no se puede referir al Nuevo Orbe, que como se ha dicho, se descubrio passado Cadiz, i al Occidente, i no àzia el Septentrion, de quien Seneca habla, pues haze mencion de la Isla Thule, que era entonces tenida por la ultima de aquel clima, i es la que oy llamamos Islā dia Islandia , ô Escandia, en el Reino de Escocia, en altura de sesenta i cinco à sesenta i nueue grados, como lo dizen todos los Cosmografos.
Lo de la Moneda, o Medalla de Agusto Cesar, que dize Lucio Marineo Siculo averse hallado en las minas de oro de Panamà, de donde toman argumento, de que ya avian llegado alli los Romanos. Es cosa sin sustancia, i falaz, i que se pudo fingir, echando alli aquella Medalla, para obscurecer, ò diminuir con esse pretexto algo de la gloria de España, como aun lo reconocen los Autores, que siguen la contraria opinion.
I no es nuevo, hazer en razon de estas Medallas semejantes enga ños, i embustes, como, trayẽdo trayendo algunos exemplos, lo muestra bien Tobias Hallero en la Oraciō Oracion que escrivio contra los Antiquarios.
Apud Rosiu. pag. 488.
I fue celebre el de un Portuques, llamado Hermocharado, que escrivio unos versos Latinos en una piedra, imitando caracteres antiguos, que cōtenian contenian , como en profecia, el descubrimiento, que en tiẽ po tiempo del Rey Don Manuel se avia de hazer por los Portugueses de la India Oriental, en este sentido:
Bolverànse las piedras, i estas letras
Se leeran por su orden, quando veas
Tu el Poniente lo rico del Levante.
El Gange, el Indo, el Tajo en uno jũ tos juntos .
Cosa que al verse cause maravilla,
Trocaràn entre si sus mercancias.
i la enterrô en el Promōtorio Promontorio , que llaman Roca de Sintra, i despues dio traça, que se descubriesse, como que alli cabavan, i la hallaron à caso, i leidos los versos, i traidos al Rey, los tuvieron por Sybillinos, i aunque se descubrio la impostura, ay toda via quien trate de creerla, ò acreditarla.
I la misma falacia puede recebir lo del Aguila de dos cabeças, que Iusto Lipsio quiere dezir se hallô pintada en muchas partes del Reino de Chile. Demas de que quando esso se le conceda por verdadero, tambien ay Aguilas en aquellas partes, i pudieron los Indios dar en pintarlas, ò esculpirlas con dos cabeças, sin acordarse de los Romanos, ni sus insignias Como los Romanos mesmos dierō dieron en pintar por sola su imaginacion à Proserpina, al Cerbero, à la Hydra, i à otros monstros con tres, i mas cabeças, aunque nunca vierō vieron que las tuviessen. I los Egypcios, segun dize Amiano Marcelino,
pintavā pintavan en sus obeliscos aves, i fieras, i otros muchos generos de animales, i cosas, que no conocian, i que eran como de otro mundo.
Con lo dicho queda probado bastantemente, mi intẽto intento , i satisfechas las objeciones, que se pueden, i suelen traer en contrario. Pero resta una, que por mas considerable la he dexado para la postre. I es, que no se puede decir, que de este Nuevo Orbe no tuviessen noticia los Antiguos, pues ay muchos que afirmā afirman , que no so la tuvieron, sino que Salomō Salomon embiava à el todos años las poderosas Armadas, que despachava de Asiongaber con las naves, i siervos del Rey Hiràn, i que de alli le bolvian cargadas de oro, plata, piedras preciosas, pavos, i simias, i otras cosas de estima, de que haze mencion la sagrada Escritura.
Por manera, que este era su Ophir tan celebrado; el qual por otro vocablo en la mesma Escritura llamā llaman Parvaijm, i de aqui, esforç ādo esforçando mas sus conjeturas, se alargan à pensar, que tomaron el nombre las ricas, i dilatadas Provincias del Perù, ò de la palabra, Ophire, ô Opire, mudadas, como es ordinario, ò traspuestas algunas letras, i en ellas, i en las de la Nueva España, quierẽ quieren constituir el Ophir, i verificar lo que se escrive de sus grādezas grandezas .
Como aun el mesmo Don Christoval Colon lo comẽ ç ò començ ò à hazer en la Isla Española, luego que la descubrio, i reconocio, alabandose, que avia hallado la Region Ophira, como Pedro Martyr afirma, que se lo oyô dezir muchas vezes.
I Fr. Gregorio Garcia, i otros,
añaden las cosas, en que se parecen, i que ay en los rios, i montes, i lugares del Pirù, ô Perù, muchos vocablos, que frisan con el de Ophir. I que es verosimil, que siendo Salomon tan sabio como lo fue, i à quien Dios dotò de verdadera ciẽ cia ciencia , para alcançar à saber la disposicion de todo el Orbe, i la virtud de los Elementos;
no avia de ignorar este Nuevo, que era tan digno de ser sabido. I mas con el gran estudio, i cuidado, que puso en buscar, i juntar riquezas; las quales se hallan en el con tanta abundancia.
Pero todo esto pesa muy poco en la consideracion de otros Autores gravissimos, i diligentissimos, que tienen esta opinion por improbable, i la llamā llaman invẽtada inventada , mas por amor de novedad, que de verdad. Haziendo demostracion, que ni el Ophir caia en estas Regiones, ni tuvo que ver con ellas, i que no producen muchas de las cosas, que se retornavan à Salomon, ni el era tan imprudẽte imprudente , que desde Asiongaber, que cae en el Mar Bermejo, i tenia tan cerca la Arabia, i otras Provincias tan ricas de la India Oriẽ tal Oriental , avia de embiar sus Armadas à partes tan remotas, i por mares tan dilatados, i poco cursados, para cuya navegacion eran menester muchos años.
I assi constituyen el Ophir en Sofala, ò en Ormuz, ò, lo que es mas cierto, en algunas de las ricas Provincias de la India Oriental, i especialmente en su celebre Isla, que se solia llamar Trapobana, ò Samatra, i oy se dize Malaca, i los | Reinos del Pegu sus confines, donde se halla todo lo que se llevava à Salomon en grande abundancia, tanto, que se solia llamar Tierra de Oro, ò la Aurea Chersoneso,
i su oro se tenia por el mas perfecto, i de mayores quilates.
De dōde donde el de esta calidad tomò el nombre de Ophirizo, i de ay, corrompido el vocablo, los Latinos le llamarō llamaron Obryzo.
I no obsta en contrario lo que se ha dicho del nombre del Peru, i que es parecido al de Ophir, ò Opire. Porque pocos ay, que quitando, ô trasponiendo letras, no se puedan parecer, i parezcan unos à otros, i muchas vezes acontece, que en diferentes lenguas, i naciones, cosas muy diversas tengan à caso un mesmo vocablo, como latamẽte latamente lo enseña Xenophonte en un libro entero, que hizo de este argumento;
i en los terminos del nuestro, lo pruevan Acosta, Barradas, i otros Autores.
Fuera de que lo mas cierto es, que los Indios ni tuvieron, ni conocieron el nombre de Peru, ò Piru en las Provincias à que oy se le damos, hasta que los Españoles se le pusieron, quando llegarō llegaron à ellas con Francisco Pizarro, ô porque sucedio llamarse Beru el primer Indio que encontrarō encontraron en sus riberas, i de quien començaron à inquirir sus noticias.
O porque le pregũ taron preguntaron si era tierra, que dava oro, i el, no acertando à repetir, ò pronũ ciar pronunciar bien nuestra voz, respondio, Biru, Biru,
ò porque sucedio llamarse Beruquete, el Cacique que hallaron en Panamà, quando tomaron conocimiento del mar del Sur, i Cabo de Pelu la tierra que cae entre Panamà, i Pasto, i su rio Veru,
ò lo que es mas provabable, porque se llamava Piura la primer Provincia, que pisaron en el Peru, i el rio que la atraviessa.
De todas las quales cosas es muy frequente dar apellido, à las que de nuevo se descubren, i adquieren.
Pero en su antiguedad, i lengua de sus naturales, toda aquella tierra tuvo por nombre Tauātinsuyo Tauantinsuyo , que quiere dezir las quatro partes, ô sitios,
por lo mucho, que por todas las del mundo se estiende i dilata, principalmente en largo, desde Panamâ à la Provincia de Pasto, i desde alli al Rio de Maule, que corre aun mas allà del Reino de Chile, que vienen à ser mas de mil i trezientas leguas.
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