CAP. VII.

CAP. VII.

Si ay algun lugar en la sagrada Escritura, que anuncie el descubrimiento, i conversion de este Nuevo Orbe, o, rastro, de que en el se huvieße predicado el Evangelio, antes de la entrada, i predicacion de los Castellanos.

AVnque tengo por cierto lo que dexo dicho en el capitulo passado, de la poca, ò ninguna noticia, que en el Orbe Antiguo se tuvo de este Nuevo, hasta que le descubrieron los Castellanos. No puedo, ni quiero negar, que la sagrada Escritura, en la qual hallamos anunciadas, ô profetizadas cosas de mucho menor importancia (aunque con tal cubierta, i obscuridad de palabras, que muchas vezes no se llegan à entẽ der entender , ò comprehender, hasta que las vemos cumplidas. ) Dexasse de anunciar en alguna parte, un descubrimiento tan grande, i memorable como este, i que tanto conduce i pertenece à la razon de estado de la Iglesia, i à la historia de la predicacion, i propagacion del santo Evangelio, que es en lo que siempre se insiste mas en la mesma Escritura, como, sintiendo lo que yo, i en fuerça del proprio argumento, lo pruevan, i considerā consideran en nuestro proposito muchos, i muy graves Autores.
Los quales, en primer lugar pō deran ponderan para esto los de David, y Isaias, i otros Profetas, c que hablando generalmente del Reino de | Christo nuestro Salvador, i de la propagacion de su Iglesia, la dan por terminos todos los del Mundo, i sus Islas, tierras, i mares, expressando en particular los mas remotos del Austro, i Occidente, i que se han de descubrir los que estavan encubiertos, i como en tinieblas, i reducir, i poblar de habitadores Fieles, las Ciudades desiertas, trayendolos, i haziendo los hijos de la Iglesia, desde las estremidades de la tierra.
La qual bendicion i promessa, tambien ay quien la estienda, i entienda del Reino temporal de nuestros Catolicos Reyes de España,
como que por serlo, i por el grā gran zelo, i cuidado, que han puesto, en que lo sean todos, i en particular estos remotos, i olvidados Infieles, les avia de dar Dios el universal señorio de casi lo mas del mundo; el qual tambien se significa en el nombre de su mesmo Reino, que antiguamente se dixo Pania, ò Thubalia, que en Griego, i Chaldeo es lo mesmo que Vniversa, ô en Romance, Todas las cosas.
I à la propria Anunciacion, ò Profecia, se aplica lo de San Matheo, i San Lucas,
Matth. 8. & 24. Lucæ 13.
quando dizen, que juntarà Dios el gremio de su Iglesia, ò Fieles de ella, de los quatro vientos, i del Oriente, i el Occidente, que es como si dixerā dixeran , (segun la exposicion de San Agustin, i la de Palacios,
) de las quatro partes del mundo, i de los lugares mas escondidos del.
Las quales quatro partes, consideran tambiẽ tambien algunos santos Doctores, i en particular San Geronimo,
que se quisieron significar en los quatro terminos, ò estremidades de la Cruz, en que se obrò el Mysterio de nuestra Redencion. Porque el Oriente resplandece en lo alto de ella, el Septentrion en su braço derecho, el Austro en el izquierdo, i el Occidente en el tronco, ò remate, que se profundò en la tierra, debaxo de las plantas de Christo, haziendo tan venerable esta santa señal de la Cruz, que unos, i otros, en todas partes la pusierō pusieron sobre sus frentes.
Que es assi mesmo lo que S. Pablo dixoh del nombre santo de Iesus, Que le adorarian, i hincarian la rodilla todos los del cielo, tierra, i infiernos. Donde San Hilario, i Maluenda,
dizen, que en la palabra, Insternos, quiso significar nuestros Antipodas, i Americànos, que estavan como escondidos, ò sepultados en lo mas baxo de tales abismos de mares, i tierras, que respeto de las nuestras, en toda propriedad se llaman Infernas.
Pero el lugar, que mas ha dado en que entender à los Expositores sagrados, es el de Isaias,
en que profetiza: Que iràn Angeles veloces en barcos alados, i vasos de arboles sobre las aguas, à una tierra, que està mas allà de los rios de Etiopia, à una gente arrancada, i dilacerada, à un pueblo terrible, despues de el qual no se halla otro, gente, que ha mucho, que està esperando, i hollada, i cuya tierra han robado las aguas. Palabras, que un Moderno,
porfiadamente las ha querido aplicar, i verificar en la conversion de nuestra España. I otros mas atinados, à la Predicacion de la India Oriẽ tal Oriental , China, i Iapon, por los Portugueses.
De donde otros, con no menor fundamento, propriedad, i verdad, han tomado ocasion, para aplicarlas à la del Nuevo Orbe por los Castellanos,
aunque el Padre Gaspar Sanchez no assiente à ella.
Porque no hallo Yo, que en ninguna nacion se pueda verificar mejor, que en la nuestra, lo que dize de las embarcaciones, i navegaciones veloces, que han hecho para este efecto, como Embaxadores del Evangelio, que por esso los llama Angeles. Ni con mas propiedad, que en la de estos Indios Australes, i Occidentales, las que se añaden de ser gente apartada, dilacerada, terrible, hollada, i que ha mucho que espera, i las demas señas que dà el santo Profeta; las quales, aun siguiendo las versiones de los Setenta Interpretes, i otras, se les ajustan tanto, que no podra dudar de ello, quien huviere visto estos Indios, ò leyere sus propriedades | en los Autores cita dos; i assi no me detengo mas en su exposicion.
Ni tampoco en la de otro lugar de Abdias,
Abd. ca. ult.
en que anuncia: Que las Colonias de Ierusalen, que estan enel Bosphoro, posseeràn las ciudades del Austro, i subiràn los Salvadores al monte, à juzgar el monte de Esau, i se darà el Reino al Señor. Por que aunque son (como lo parecen) sumamente enigmaticas, i dificultosas, i assi puedẽ pueden recebir otros varios sentidos;
El doctissimo Fr. Luis de Leon, à quien despues han seguido otros muchos,
las dexô ya bastantemente explicadas, i aplicadas â nuestros Fieles Españoles, que por serlo, se llaman Colonia, ò transmigracion de la celestial Ierusalen.
Lo qual se verifica mas, por lo que añade, que habitan el Bosphoro, donde el Hebreo leyò, Sepharad, que es el nombre, que en esta lengua davan à España; el qual, aun la parafrasis Caldea puso con mayor expression. I como Salvadores, i Nuncios del Evangelio, vendran à posseer las Ciudades del Austro, que son las del Nuevo Orbe, que por la mayor parte caen àzia el, como ya se ha advertido. I con esto, predicado ya el Evangelio por todo el mundo, vendra el dia del Iuizio, en que puesto Dios en el monte de su trono i grandeza, i teniendo consigo los Salvadores, quiere dezir los Apostoles, Predicadores, i demas Santos, à quienes prometio esto por San Matheo,
Matth. c. 19. vers. 18.
se pronunciarà la sentencia de la vida i hechos de cada uno, quedādo quedando gloriosos con Dios en su Reino, los que le huvieren merecido este premio.
A estos lugares añaden otros el mesmo Fray Luis de Leon, i los que le siguen,
como son el de los Cantares, en que la hermana mayor previene çarcillos de oro, i reparos de plata à la menor, para el dia en que se aya de tratar de su desposorio, que es el de la conversion de este gentilismo, para la qual (disponiendolo assi Dios) han ayudado tanto las riquezas, que en el hallamos, alentando la tibieza, que pudiera ser experimentàramos, si se tratàra solo de la conversion de las almas, como gravemente lo pō dera pondera Ioseph de Acosta.
El de Sophonias,
Sophon. capit. ult.
que es muy parecido al de Isaias, que queda explicado.
Otros del mesmo Isaias,
que como Apostol, i Evangelista, i cuyas profecias estan todas llenas de Sacramentos, segun dize San Geronimo,
no se cansô de repetir esta propagacion del Evangelio en las Regiones barbaras, i remotas, islas, i mares escondidos, i que nunca le avian oido, i que avia de embiar Dios para esto, Nubes que volassen; Palomas con tan arrebatado buelo, como quando van à sus palomares. I que los ya salvados flecharian sus arcos, i arrojarian las saetas de su predicacion à Italia, à Grecia, a las Islas mas apartadas, i que le traerian en retorno su plata, i su oro, juntamente con ellos.
En los quales lugar es haze particular reparo Tomas Bozio,
del simil de las Palomas, en que parece aludio al nombre de Christoval Colon, ò Columbo, que fue (como se ha dicho) el primero que intentò estas navegaciones; las quales alusiones, como el mesmo Autor prueva, son muy ordinarias en los Hebreos.
I no se deven passar en silencio otros dos insignes lugares, uno de David, i otro de Iob,
que para el mesmo intẽto intento de la Profecia de estas conversiones, i riquezas, que se avian de hallar en las dichas Provincias, pondera, i explica docta i latamente Fray Basilio Ponce de Leon,
gloriandose, que nadie antes del, avia reparado en ellos.
I son todos muy dignos de notar, para que vamos mas firmes, i alentados en continuar esta predicacion; pues vemos, que Dios nos la tenia anũciada anunciada , i reservada, i assi lo demos à entender à los Indios, i nuestros Catolicos Reyes estimẽ estimen mas, i se huelguen i gozen, que se la aya encargado, i profetizadoles un Imperio tan grande, como leemos,
averse sumamente alegrado Alexādro Alexandro Magno, quando los Sacerdotes de Iudea le dixeron, que en la profecia de Daniel estava de mu| chos años atras revelado, que el avia de acabar el Imperio de los Persas, i dar princio â otra Monarquia.
I he dicho, i buelvo à dezir, que esta predicacion, i conversion se reservò à nuestros tiẽpos tiempos , i nuestros Reyes, i sus Ministros, i vassallos. Porque aunque ay algunos,
que quieren persuadirse, que ya se avia començado en tiempo de los Apostoles, ò por alguno de ellos, ò de sus dicipulos, pues David nos ense ña,
que por toda la tierra, i hasta los mas remotos fines del Orbe penetrò su sonido. Con quien parece contestan otros lugares de S. Pablo, i de los Evangelistas, que usan repetidamente de la mesma uniuersalidad.
Como tambien la hallamos en Eleutero Papa, Tertuliano, Firmiano, i otros graves Autores.
A quienes parece que ayuda el ver, que por lo que caminarō caminaron , i promovieron esta predicacion, los llama la sagrada Escritura en varias partes Saetas, i Nubes volantes, Angeles veloces, rayos, cavallos, i coches apresurados.
I que ay algunos, que afirman, que se fue tambien propagando ocultamente, i por revelacion divina, ò ministerio de Angeles,
i que estos mesmos, podrian aver llevado à los Apostoles por el aire de unas Regiones à otras, por remotas que fuessen, i passado con ellos los mares, como lo hizieron al traerlos à que se hallassen juntos à la muerte de nuestra Señora.
I que por aver sido toda suya, i tan universal esta predicacion, llamò el Concilio Nizeno à la Iglesia, Catolica, i Apostolica.
I que como es llano, que predicaron en la India Citerior, è Interior, i aun en la China, los gloriosos Apostoles S. Bartolome, i Sā to Santo Tomàs, i segun dizen algunos, San Iuan Evangelista,
se puede creer, que tambien penetraria alguno de ellos à nuestro Orbe Nuevo, de que se pretende, que en el se hallan muchos vestigios.
Toda via yo nunca he hallado argumento, ni rastro bastante para afirmarlo, i assi me voy con la opinion de otros Autores, no menores en numero, ni menos graves en erudicion,
que sienten, que hasta nuestra entrada, no la tuvo en este Nuevo Orbe el santo Evangelio. Porque no aviendo sido por milagro, (lo qual no es de nuestra disputa) obstan à esta entrada todas las dificultades, que para las demas de los siglos antiguos propuse en el capitulo antecedente.
I por ser cierto, que aunque en los lugares que se han referido, se dà à entender, que la predicacion de los Apostoles se estendio ya en su tiempo por todo el mundo, esso se explica comunmente
tomādolo tomandolo en hyperbole, ò encarecimiẽto encarecimiento , figura de que en la sagrada Escritura se usa muchas vezes. O por la que llaman Synedoche, que es quando el todo se toma por la parte, ò la parte por el todo, i assi se ha de restringir, à las que entonces se conociā conocian , como el edicto de Augusto Cesar, en que segun refiere S. Lucas,
Luc. c. 2.
mādò mandò , que todo el Orbe se descriviesse, i quiso dezir, el sujeto al Imperio Romano. Interpretaciō Interpretacion que tambien aplican los Legistas al responso de Vlpiano Iurisconsulto,
en que usô de la mesma generalidad.
I no por esto se excluye, ni niega el gran cuidado, i diligẽcia diligencia , que los Apostoles pusieron en predicar, i propagar el Evangelio, que essa biẽ bien conocida es, i los hizo muy dignos de los nombres de Angeles veloces, i otros, que como diximos, les dà la Escritura. Pero ella mesma, i los Autores que la explican,
refieren las Provincias, que à cada uno le cupieron en suerte, ô por providencia divina, i no se hallarà en ellas alguna, que pueda aplicarse à estas Australes, i Occidẽ tales Occidentales . Antes nos enseñan, que hasta la fin, ô consumacion del mundo ha de aver à quien predicar, i à quien convertir de nuevo.
Lo qual, como advierte Ioseph de Acosta, refiriendo un lugar de San Ambrosio, que parece que profetizô la conversion de estas Indias,
D. Ambr de
en ninguna parte se puede verificar mejor que en ellas, pues | han venido à ser de las ultimas en la conversion, i entendemos, i aun sabemos de cierto, que faltan muchas mas tierras por descubrir, i convertir.
I el llamarse Apostolica, i Catolica la Iglesia, no precisa, que todas las naciones ayan venido à ella por sola la Predicacion de los Apostoles, ò de sus setẽta setenta i dos discipulos, que tomaron por ayudantes, sino descubre, que ellos plantaron la Fè, i sembraron por lo mas conocido del mundo la semilla del Verbo Diuino, cuya cosecha, se puede dezir suya, aunque se aya hecho, ô haga por otros sucessores suyos en la mesma predicacion, i muchos años, ò siglos despues, hasta que venga à coger i cundir por todo el Orbe. Como con elegancia lo consideraron, i dixeron el gran Tertuliano, i divino Agustino,
i trayendo el exemplo del que pone fuego à algunas partes de una ciudad, el qual, cundiendo, la abrasa despues toda; i se puede dezir con verdad, que la abrasò el que le puso, lo dizen tambiẽ tambien Belarmino, i los que le siguen.
I aunq̃ aunque veo, que han escrito muchos muchas cosas, que parece dàn luz, ò descubren algun rastro, de que yà estos Infieles, quando los Castellanos vinieron à ellos, avian tenido noticia de Christo, i de su Evangelio.
Porq̃ Porque se quiere dezir, que en algunas partes se mostraron sabidores de su muerte i passiō passion , i misterio de la Santissima Trinidad, i en otras se hallaron Imagenes de nuestra Señora, i Cruzes, à las quales reverenciaban; i en muchas grā des grandes tradiciones, i vestigios de que por alli huviesse andado santo Tomas, cuyo nombre conservan, i cuyas huellas quieren ayan quedado estampadas en algunos lugares, i que los moradores en su modo de vestidos imiten aun oi dia el que vierō vieron al Santo. I yo no me atrevo a negarlo, especialmente viendo la gran aseveracion que dello hazen algunos modernos, que han corrido aquellas Prouincias, i procurado, segun dizen, sacar en limpio la verdad destas, y otras noticias.
Sin embargo no serà mucho excesso dar poco credito à tales relaciones de Indios, por lo que dixe en otro capitulo, i en nuestros terminos adviertẽ advierten algunos Autores.
I porque caso que sean ciertas, pudo el diablo sugerirlas à estos barbaros, para mas iludirlos, i hazerse adorar de ellos con mezcla de muchos errores i supersticiones, en figuras, que en si son tan santas, como quien siempre ha procurado hazerse simia i remedo de Christo nuestro bien, como advertidamente lo consideraron los doctos Padres Acosta, i Maluenda, i otros que mas dilatadamente han tratado este punto,
en que no me parece necessario detenerme mas, por passar à otros que no seràn de menor importancia.
Contentandome con añadir por remate de este capitulo, que caso que se conceda, que en este barbaro Gentilismo huviesse en tiempos antiguos descubierto algunos de sus soberanos rayos la luz Evangelica; essa, ò por sus pecados, ò por sus guerras, i mudanças de Reyes, i Reinos, estaba yà del todo olvidada, como tambien lo apuntan otros Autores,
i mejor que ellos la grave i elegante carta que el se ñor Emperador Carlos V. de gloriosa memoria, mandò escribir à los mesmos Infieles,
cuyo capitulo tocante à esto dize assi: Y porque hemos entẽdido entendido , que entre otras partes del mundo, que carecen deste conocimiento, en essas vuestras Provincias, i tierras, hasta aora no ai noticia de nuestro Dios verdadero, ò porque èl con sus secretos è incomprehensibles juizios, no ha querido hasta aora manifestarse en essas partes: ò por ventura, por la negligencia, i flaqueza de vuestros Antecessores, se ha perdìdo la memoria de la predicacion de su nombre i Fè, que en ellas se hizo en tiempos passados. (.✝.)

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