CAP. VIII.

CAP. VIII.

Como deben proceder en todo los Oidores i Ministros de las Audiencias de las Indias. I en particular en el oir i librar los pleitos, i votarlos, i firmarlos en los Acuerdos, i en guardar el secreto dellos. I quando se dirà que hazen sentencia, i estàn conformes de toda cō formidad conformidad ?

EL ivez jvez sabio, dize Salomon en el Eclesiastico,
Ecclesiast. c. 10.
que juzgarà su pueblo, i que el Principado del prudente serà estable. I que segun es el juez del pueblo, assi son sus Ministros, i qual el Governador de una ciudad, tales los que habitan en ella. I Cassiodoro,
Cassiodor. lib. 3 ep. 12.
encareciendo esto aun mas, dexò escrito, que es mas facil el conceder, (si es licito dezirlo assi) que pueda errar la naturaleza, que el dexar la Republica de ser semejante à los Principes que la goviernan.
Nombre, en que no solo se comprehenden los Reyes, i Supremos Señores della, sino sus Magistrados, que tambien en muchos lugares del Derecho, tienen el mesmo de Principes de las provincias adonde exercen.
I aun el de Dioses se les da algunas vezes en la sagrada Escritura.
Todo lo qual les obliga à que deban proceder en modestia, templança, i costumbres, desuerte, que los que viven debaxo de su govier no, proteccion, i jurisdicion, se miren en ellas, como en un puro, i cristalino espejo, para imitarlas, como se lo aconseja el mesmo Cassiodoro en otro lugar,
i trayendo para este intento muchos de buenas letras, Pedro Gregorio, Bobadilla, Mastrilo, i otros Autores à cada passo.
Que aun añaden ser menos da ñoso à la Republica, que sea su Rey malo, que el serlo sus Consejeros i Magistrados, porque si estos son buenos, le detienen, i enfrenan con sus Consejos, i si son malos, le haràn peor, dexandole correr en sus libertades, I aun siendo muy bueno, i recatado, si se aunan para engañarle, i le aprueban lo que le debieran reprobar, i le callan lo que le avian de dezir, es llano que le podràn traer engañado, i vendado, ò vendido, como dize Flavio Vopisco,
que lo solia conocer, i confessar el Emperador Diocleciano, i para nuestro proposito lo considerò grave i prudentemente Elio Lampridio à quien refieren, i siguen Pedro Crinito, Pedro Gregorio, i Mastrilo, i otros Autores.
Cassiodoro tambien dize,
que por esso les ponen sobregradas, i en lugar excelso su Tribunal, para que sepan, que puestos alli, ni aun por la imaginacion les han de passar cosas baxas, i humildes, i que desdigan de sus obligaciones. I que assi como no ay mejor persuasion de lo bueno, que ver que lo sigue i guarda el que lo ha de juzgar: por el contrario se pierde el miedo i verguença al pecado, quando se reconoce, que le està cometiendo el mesmo que fue escogido para estorvarle.
I San Gregorio
les dexò otro documento muy importante, conviene à saber, que sean tales, para los que les estuvieren sugetos, quales, si ellos lo estuvieran, quisieran tener para si los Prepositos, ò Prelados.
Lo qual conviene mucho tengan en memoria los de las Indias, por la grande elacion, i desvanecimiento con que suelen proceder | muchos dellos, de que ya toquè algo en otro capitulo,
Sup. hoc lib. cap. 4.
i en cuya nota i reprehension junta mucho i bueno Calisto Remirez,
diziẽ do diziendo , que aunque el Iurisconsulto Calistrato les aconseja, que procuren aumentar la autoridad de su dignidad con su ingenio,
esso no se ha de entender en la gravedad de la voz, ni en lo airado del rostro, ni en lo aspero de la condicion, ni en el desprecio ò despego de los subditos, sino en el debido recato, de que (como lo dize el mesmo Iurisconsulto) no les cause menosprecio lu su mucha familiaridad, ò como San Agustin,
la demasiada humildad relaxe, ò quebrante la autoridad, que se requiere en el governar.
Por que este es tambien vicio, que le han de procurar escusar, i si nace de pusilanimidad, es totalmẽ te totalmente contrario à la magnimidad, que tanto se desea en los Principes, i Magistrados. De los quales se dize en el Eclesiastico,
que no pretendan tales cargos, sino tienen valor i brio para castigar con el las maldades, ò si se han de dexar vencer por el temor de los poderosos, i dar con esto nota, i mormuracion en sus juizios. Donde lo primero que se pide i requiere es la igualdad, como lo dize una regla de derecho, entendida bien en este sentido por Iacobo Revardo.
I la celebre Decretal de Inocencio IIII.
en que ordena à los juezes, que miren mucho, i atiendan con gran prudencia, que en los processos, i determinaciones de las causas no vengue nada el odio, ni lo usurpe el favor, vaya fuera el miedo, el premio, ò la esperança dèl, no tuerça la justicia; antes, teniendo el peso en las manos, pesen con la igualdad de su fiel las balanças, teniendo solo à Dios delante de sus ojos, i imitando su exemplo.
Con el qual texto concuerda el del Venerable Beda,[ ]
en que dize, que quien oye i juzga desigualmente la causa del pobre, que la del rico, i la del desvalido, que la del poderoso, no trae iguales las pesas de la justicia, i incurre en lo abominacion de Dios, que de nada se ofende tanto,
como de que aya diferentes pesos i medidas para unos, que para otros.
Esta enseñ ò bien Zenocaro, diziendo,
que los Principes, i Magistrados han de ser como el Sol, que se comudica igualmente à pobres, i ricos, i no han de mirar las personas, sino las causas, administrando à todos justicia, i gracia con igualdad. I aun mejor Philon,
advirtiendo à los juezes, que las estudien i examinen bien antes de llegar à juzgarlas, apartando de si totalmente el respeto de las personas, amistades, i enemistades, i considerando sola la sustancia i naturaleza dellas desnuda i sincera, para no seguir en su determinacion opiniones, ni antojos, sino verdades. Porque de otra suerte serà Forçoso, que tropiezen i caigan miserablemente, como los ciegos, que ni llevan bordon, ni quien los adiestre.
Sirva pues esto de primer consejo, ò advertencia, entre las que deben tener i observar los Oidores, i Alcaldes de nuestras Indias. I entre aora por segunda, que pues saben, ò deben saber, que sus Plazas, i Audiencias, se erigieron, i dotáron para el breve i buen despacho de los pleitos de los residentes en aquellas provincias i escusarles el largo recurso de venir à España en su seguimiento, no se las detengan, i alarguen mas indebidamente en sus Tribunales. Porque no ay cosa, que mas les encarguen las leyes, i los Reyes que la brevedad en estos despachos, por los graves daños, costas, i expensas, que de lo contrario se siguen à sus vassallos. i de que tanto se duelen, i lamentan tantos Textos Autores.
Entre los quales el glorioso S. Bernardo, con reconocer el grāde grande general bien, que traxeron al mundo estos Tribunales Supremos, que en el se han formado, para conocer en grado de apelacion, i que este remedio, ò recurso es tan necessario como el Sol à los hom| bres, pues mediante el, el sol de la justicia, descubre, i redarguye las obras de las Tinieblas. Todavia considera, que viene à ser dañoso, porque algunos le abusan, no por sentirse gravados, ò agravia dos en las sentencias de los inferiores, sino por gravar, i agraviar ellos à sus colitigantes por este medio, i dar tiempo al tiempo con dilaciones injustas. I assi pide encarecidamente al Papa Eugenio III.
que procure, se ataje esto, ordenando, que no se admitan las apelaciones frivolas, i afectadas, sino solo las justas, demanera, que el remedio dellas no sea sufugio, sino refugio. El qual lugar, no he halla do citado en Sigismũdo Sigismundo Scaccia,
aunque junta otros del abuso de las apelaciones, i del cuidado, i brevedad que se debe tener i poner en determinarlas.
Punto, que à todos los Consejos, Audiencias, i Tribunales, i particularmente à los de nuestras Indias, està (como he dicho) muy encargado por sus leyes, i ordenan ças,
dando por razon, Que se alegan los pleitos, por razones maliciosas de los demandados. I encomendandoles assimesmo, por el mesmo respeto, que sean puntuales en acudir à sus Audiencias, las horas señaladas para ellas, guardando el respeto i silencio debido à su Tribunal,
i procurando oir con atencion los negocios que à el ocurrieren, i hazerse, i quedar capaces, i bien enterados dellos, aprovechando el tiempo que es tan precioso. I escusando vanas, i ociosas porfiadas contiendas i disputas con las partes, i sus Abogados.
En que es conveniente que reparen los de las Indias, porque conoci algunos Oidores dellas, que por mostrarse doctos, ò bien entendidos, se detenian i embaraçaban en esto mas de lo necessario. I aunque no niego, que con las preguntas i disputas se suele hallar, i aclarar mejor la verdad, como nos lo enseñan algunos Textos.
I que en terminos de estas, que se hazen à las vistas de los pleitos, ay otros, i muchos Autores,
que lo permiten, i tienen por muy importante, i nuestro Gregorio Lopez dize se hallò siempre bien con ellas en los pleitos en que dudaba, para ponerse mejor en la inteligencia de sus puntos de hecho i derecho. Lo que noto es, la demasiada detencion, ò porfia, por la razon referida, i porque suele aver algunos, que excediendo en esto, declaran sus votos, aun antes de acabar de ver los negocios, i como lo advierte bien Segura Davalos,
dan sospecha i recelo à alguna de las partes, i ocasion de que traten de recusarlos. I por tales dize Aufrerio,
que debrian ser declarados, si excediendo los limites de la debida justicia, mostrassen, que hablaban mas como Abogados, que como juezes de los litigantes.
Con quien se conforma el Dotor Carrasco,
añadiendo un caso, que sucedio en Lima en su tiempo, i en el mio, de un Oidor de la Audiencia de aquella ciudad, que despues de aver insistido mucho en cierta opinion à la vista de el pleito, en llegando à su casa embiò se ñaladas las ojas de los libros en que la fundaba à los compañeros, lo qual sabido por la parte à quien prejudicaba, le recusò. I aunque es verdad, que no dimos por suficiente la causa: tambien lo es lo que dize advertidamente Cassiodoro,
que lo que en si es demasiado, no puede agradar, aun quādo quando se piẽsa piensa que es bueno, i en esta materia, como en todas se requiere, la sal de prudencia, porque no puede ser, que si un Oidor se declara, asseverada, i porfiadamente en Estrados en favor de una parte, no quede temerosa, i recelosa la otra. I por el cōtrario contrario , si enla vista, i examen del pleito no duda, ni pregunta nada, como lo suelen hazer algunos, que quieren mostrarse muy recatados, i circunspectos, cobran opinion de negligentes, ò de ignorātes ignorantes , i dexā dexan dudosos à los litigantes, i à sus letrados si les han entẽdido entendido , i les suelẽ suelen aplicar aquello antiguo de Crysipo Filosofo,
assi entẽdiò entendiò mi pleito como mi burro. O lo de Baldo,
| que tiene por arrojados i temerarios, à los que confiados de su mucha comprehension, i inteligencia se sorben los pleitos, por graves que sean, como si fueran huebos, i por el mesmo caso, que ni hablan, ni preguntan, ni quieren ser informados, son vistos negar su justicia à las partes.
La tercera advertencia sea, que despues de aver visto, i examinado bien los negocios en los Estrados, si fueren tales, que no necessiten de mas estudio, i deliberaciō deliberacion , los votẽ voten luego alli sobre tabla, sin pedir à los Relatores relaciones cōcertadas concertadas con las partes, i haziẽdo haziendo justa i debida cōfiança confiança de las que ellos huvierẽ huvieren hecho, i escusando llevar, por defeto de esta confian ça, los processos à sus posadas, como lo hazia un Oidor de la Real Audiencia de Lima, mostrandose, en quanto à esto, muy escrupuloso, con lo qual los detenia i embaraçaba todos. De que, aviendo tenido noticia su Magestad en su Real Consejo de las Indias, se le embiò cedula de grave reprehension, dada en Madrid à 28. de Mayo del año de 1621. i otra à la Audiencia de la mesma Data, en que se le ordena le hagan votar los pleitos que tuviere retardados con toda brevedad: I que en los de partes, no pida à los Relatores relaciones concertadas con ellas para la vista dellos, pues con hallarse presentes las partes interessadas, ò ser citadas para la determinacion, se cumple. I el Relator en las Audiencias i Consejos, es parte del juizio, en quanto à hazer relacion, i como de persona publica se debe de estar à ella. I quando el pleito fuere arduo, que convenga hazerse memorial concertado con las partes, se haga lo que la Sala acordare. I en particular escuse mostrarse singular en materias, pues solo sirven de achaques, i escusas para vexar a las partes, i detener los negocios en perjuizio de los compañeros, que no pueden despachar por su causa, &c.
La qual cedula se conforma con lo que en quanto à esto tenian ya dispuesto las leyes Recopila das, i ordenanças que he referido,
i no por esso quitan, que los pleitos, que parecieren arduos, se reserven, para el Acuerdo, i se les dè termino competente à las partes, para bolver à informar en hecho, i derecho, i de palabra, ò por escrito, como les pareciere. Porque siempre es, i fue reprobada en tales causas, la aceleracion i precipitacion, i tenida por madrastra de la justicia, como lo dizen muchos Textos i Autores, algunos de los quales, aun quieren que sea causa bastante para inducir nulidad de lo que arrojadamente se pronunciare. Que no en valde dixo Thucidides, referido por Plutarcho en los Morales, que dos cosas son las que mas se oponen al bien consultar, i bien juzgar, conviene à saber la ira, i la aceleraciō aceleracion . I mirando à esto San Gregorio, i comentando aquel lugar de Iob, en que el Santo refiere de si, que investigaba diligentissimamente la causa, que no alcançaba. Dize, que de esto podemos tomar documento, para no precipitarnos en los negocios que sentenciaremos, ni llegar temerariamente à sentenciarlos, sin estar primero bien discutidos, ni movernos por qualquier cosa mala que oyeremos: ni creer de ligero, i sin probança lo que se nos dixere. Lo qual en particular es justo se atienda mucho en las causas criminales, como lo dixe en otro capitulo,
Sup. hoc libro cap. 5.
porque en tratādose tratandose de la vida de un hombre, no ay detencion que pueda parecer demasiada, como lo dixo Iuvenal, i lo exorna bien Bobadilla.
I lo mostraban los Romanos, de los quales dize Tertuliano,
que quando conociā conocian de algun delito, aun no se contentaban con que el reo le huviesse confessado, para echarle la ley à cuestas, antes inquirian sobre esso la calidad del hecho, el numero, el lugar, el modo, el tiempo, los compañeros, los sabidores, i aun despues de averiguado todo esto, solian dezir, ò desear, que el homicida negasse.
I con la mesma consideracion, | i atencion se ha de ir en las Consultas, que para cosas politicas de govierno, guerra, ò hazienda suelen pedir los Virreyes, ò Presidentes à los mesmos Oidores de las Indias, para las quales, casi siempre los suelen llamar, sin apercebirles del punto que se ha de tratar. Cosa que con mucha razon la notan Canonherio, Gaspar Ensl, i otros Autores, i particularmente Thomas Moro,
advirtiendo, ser à mas conveniente, que si el negocio que se propone en un Senado es grave, se difiera su resolucion para otro. Porque suelen muchos arrojarse à votar, i deliberar de repente, lo que les viene à la boca, i despues, aunque conozcan que erraron, porfian, i persisten en defender lo que ya una vez dixeron, por no confessarlo, i no miran tanto por el bien de la causa publica, como por el punto de honra, de no retratarse. Siendo assi, que esto no se puede tener por liviandad, sino antes por suma prudencia, i cordura como gravemente lo dixo Seneca.
Como ni tampoco se puede tener por culpable, ni atribuir à ignorancia. que quando un Ministro se viere llamado, ò cogido assi de repente, para causas arduas, pida tiempo para deliberar; porque antes tenemos un texto expresso, en que el Iurisconsulto Pō ponio Pomponio lo juzga por justissimo, i cō venientissimo convenientissimo .
I los antiguos Romanos muchas vezes, aun despues de larga conferencia, i deliberacion, no se avergonçaban de dezir, que no les constaba de la causa bastantemente, ò de pedir mas tiempo para mirarse en ella, que llamaban, Ampliarla, como despues de Seneca, Agelio, i otros, lo refieren Brissonio, Duareno, Corrasio, Dempstero, Polleto, Menochio, i otros muchos, que juntan Osualdo, i don Iuan Bautista de Larrea.
En qvarto lugar les advierto, que despues de aver mirado, i estudiado bien lo que han de determinar, quando entraren à dar sus votos en el Acuerdo, tengan en memoria aquella inscripcion, que se dize estar escrita en marmol à la entrada de la Curia de Ratisbona:
Qualquier Senador que por causa de su oficio entrare en esta Curia, dexe, i deponga à la puerta della todos, i qualesquier particulares afectos, ir a, odio, amistad. Porque en la forma que con justicia, ò injusticia juzgare à otros, assi debe esperar, i sepa que ha de recebir el juizio de Dios. Palabras, que parece se tomaron de aquel celebrado apotegma del gran don Alonso Rey de Aragon, de quien refieren Erasmo, i Antonio Panormitano,
que solia dezir, que si le aconteciera aver nacido en tiempo de los Antiguos Romanos, avia de labrar enfrente de la entrada del Senado un templo consagrado a Iupiter Positorio, en que los Senadores, antes que entrassen en el Senado, depusiessen el odio, el amor, i todos respetos particulares. Porque verdaderamente, conforme al insigne Disticho del Savanarola,
estas quatro cosas, Temor, amor, dadivas, i rencor, suelen de ordinario pervertir los rectos juizios de los hombres.
De que tambien tenemos tantos Textos, i Autores, que serà superfluo detenerme mas en punto tan llano. I entre ellos es digno de leerse nuestro Politico Bobadilla, que tambien advierte à los juezes, que no se dexen llevar mucho de ruegos i intercessiones. I Menochio en la grave Epistola exortatoria à los juezes, que puso en el principio de su docto libro de las Arbitrarias, la qual remata, con las graves, i tremendas execraciones, ò maldiciones, que los Emperadores Leon i Alexandro dexaron escritas en una ley, contra los juezes, que faltaren à las obligaciones de sus cargos, i recta administracion, i distribucion de justicia en estas materias.
I llegando, como digo, à dar sus votos en ellas procuraràn hazerlo con la mayor concission, i claridad que les fuere possible, escusando el repetir lo que ya por | otros se huviere dicho, i de no se atravesar, ni replicarles, quando fueren votando. Porque todo esto se les encarga mucho en las leyes i ordenanças que he referido.
I en consideracion dello, solia dezir un doctissimo Consejero, que se avia de estudiar largo, para votar corto. Porque la sabiduria no està en multiplicar palabras, que antes esso es de locos, ò necios, sino en saberse ceñir enlo sustancial, como lo dize el Eclesiastes, i Xisto Philosopho:
I hablando en terminos de Oidores, i Senadores, Simancas, Laurencio, Grimaldo, Pedro Gregorio, i Iuan Brancio,
que vienen à reducir los preceptos, ò requisitos, que han de tener, i guardar, para ser buenos, en que acudan al Senado à su tiempo, hablen en su lugar, i breve, i concertadamente, respeto de que no solo en los Senadores, sino aun en los Oradores, la mayor alabança consiste, en que sepan dezir con brevedad su sentencia.
La qual tambien requiere Bobadilla,
en los Regidores, quando votan los negocios de sus Cabildos, i ayuntamientos. I Rebufo.
mejor que todos, dize, que se hallan algunos juezes, que hazen de su voto un monte de viento, por parecer doctos en el, i en su gloria. I que seria justo i conveniente, que los que presiden se lo impidiessen; porque se decidirian muchas mas causas, si cada uno dixesse en breve su parecer, ò sino tuviessen que añadir, se conformassen con el que pone el caso, i vota primero.
Pero el trabajo es, que todos desean hazer ostentacion de su ingenio en estos casos, siendo raros los que en el quieran ceder à otros, como lo dixo Marcial.
I à vezes los que le tienen peor, son los que mas presumen, segun dotrina de Platon.
O si à caso llegan à reconocer, que alguno delos compañeros les haze ventaja, son los que mas le calumnian, i emulan, segun la de Seneca.
I assi es gran cordura en estas comunidades, no hazer tales ostentaciones, que los puedan dexar embidiosos, como se lo aconseja Iuan Brancio.
Brantius d. cap. 17.
Si bien confiesso, que en lo que toca à la brevedad en el votar de los pleitos, no se puede dar regla cierta, ni medirse todos con un rasero, i que aquel serà breve, aunque se dilate mucho, que hablare à proposito, i no se saliere de la materia, como lo enseñan con elegancia Quintiliano i Plinio Iunior.
I assi entre los Romanos, les fue permitido à los Senadores alargar ò contraher sus razonamientos, como lo pedia la gravedad de las causas, segun consta de lo que dizen Agelio i Budeo, i latissimamente el mesmo Plinio Iunior
en otra epistola dignissima de leerse à la letra, i aun de tenerse de memoria, donde enseña el modo, que se ha de tener en perorar, i votar estas causas, i quan varios suelen ser en ellas los juizios delos hombres. I que donde uno piensa que està su cuello, ô nuca, juzga otro que està la espinilla ò el calcañar, i que muchos se huelgan de ver que toquen, ò repitan otros, los mesmos puntos que ellos dixeron, por que les parece, que esso es favorecer su opinion, i que de ordinario acontece, que muchos convengan en una, aunque por mui diferentes motivos i fundamentos. I finalmẽ te finalmente concluye, que si lo permite la causa, se debe guardar brevedad. Pero que de otra suerte, es prevaricacion passar en silencio lo que se debe dezir en ella, ô dezir breve, i apresuradamẽte apresuradamente las cosas, que conviene que se inculquen, repitan i claven en los animos de los que las oyen: Pues las mas dellas diziendose mas dilatada, i repetidamente, suelen tener mayor fuerça, i ser de mas peso.
De qualquiera suerte de estas que votẽ voten , deben ir tambien con recato, de no pagarse, ni dexarse llevar de las que llaman Sutilezas de ingenio, consideraciones metafisicas, ò apices del derecho, solo buenos para exercitarse en escuelas, porque esto siempre se reprueba en los juizios i Tribunales, como lo enseñan muchos Textos i Au| tores, aconsejandoles, que no juzguen jamas por solo su ingenio, i capricho, apartandose de la escrita, i bien cimentada, i praticada jurispericia, porque este es vicio, i grandissimo, segun sentencia de Seneca, i tanto mas dañoso, quanto mas encubierto.
I assi se tienen, i han tenido siẽ pre siempre por menos aptos para juezes i Governadores los hombres subtiles, ò que se pagan, i precian de novedades, i sutilezas, i se revocan de ordinario las mas de sus sentencias en los Tribunales Superiores, como con mucha copia de autoridades, i fuerça de razones lo pruevan Calisto Remirez, Mastrilo, Pineda, i otros.
I esto serà mas cierto, si siguieremos la dotrina de los que ense ñan, que estamos obligados à seguir quando juzgamos, o aconsejamos, las opiniones comunes, i mas aprobadas ò probables, i que pecan los que hazen lo contrario, como ponderando para ello algunos Textos, i dotrinas de Santo Tomas, i de muchos antiguos Teologos i Iuristas, lo dizen Navarro, Covarruvias, i otros infinitos, que refieren Cateliano Cota, Zevallos, i Torreblanca. Aunque Mastrilo
viene à resolver, que podria tener escusa el juez, que juzgasse contra alguna opinion comun, quando hallasse ley, ò razon contraria, que manifiestamente la convenciesse. I Iuan Sanchez, despues de aver disputado bien este punto de las opiniones comunes, i probables, tambien concluye,
que estarà seguro en conciencia, el que reduce i sigue en pratica, opiniones Escolasticas i teoricas, si siente con juizio cierto i especulativo, que son probables, pero no, si este juizio no fuesse cierto, i firme, porque en essa duda mas se debe arrimar à la comun opinion.
La qvinta advertencia sea, que procuren los Oidores, assi al tiempo de votar estos pleitos, como en las demas ocasiones, hablar i proceder entre los compañeros con gran modestia, i sin descubrir punto de elacion i arrogancia en sus letras, estudios, i pareceres, pensando que ellos solos son los que saben, i aciertan, i los que como Horacio dixo,
han llegado al Alcaçar de Minerva, i se levantan i descuellan entre los demas con desvanecida cabeça. Por que este es el vicio tan reprobado i dañoso del amor proprio, que los Griegos llamaron Philautia, contra el qual hizo aquel docto emblema Alciato,
diziendo, que no puede aver cosa que assi destruya, i eche à pique los buenos ingenios. I Terentio
dixo, que ninguna se halla mas injusta, que un necio, i presumido, que piensa que solo es, ò puede ser bueno, lo que el haze, i aprueba.
I puedo hablar en esto de experiencia, por aver conocido à algunos de este mal natural, i que parece, que los pleitos agenos los querian hazer proprios, porfiando en la defensa de su dictamen, i despreciando, ò aborreciendo à sus compañeros si no le seguian. No considerando, quan ordinaria es entre los hombres la variedad de las opiniones, i quan natural la facilidad de dissentir, i discordar en sus juizios, i pareceres, como fuera de nuestros Iurisconsultos, nos lo dexaron bien advertido Plinio Iunior, i muchos Autores que Yo juntè en otro lugar.
A los quales añado aora (fuera de otros) à Dionisio Gotofredo,
que dize, que esta no solo es facultad, sino igualdad natural. I à Ciceron, que con su acostumbrada eloquencia, nos enseña en su libro primero de los oficios, que como en los cuerpos, en los rostros, en el tono de la habla, i en los gustos, i costumbres, se diferencian, i fue conveniẽ te conveniente , que se diferenciassen los hombres, assi en los animos, opiniones i pareceres se hallan, i conviene que aya las mesmas, i aun mayores variedades.
I supuesto, que como so tengo dicho en otro capitulo,
Supra hoc lib. c 3.
las Audiencias delas Indias, i las demas, se hizieron i fundaron para que se entendiesse mejor la verdad i justicia de los litigios, i litigantes, que | mientras passa por mas ojos, i votos, sale mas acendrada,
la primera ley dellas, i de sus Acuerdos, es, i debe ser, que cada qual pueda dezir, i diga libremente lo que sintiere, i que dissentir en los votos, no induzga en manera alguna dissension, ni discordia en los animos de los sufragantes, ni disminuya su amistad. Deforma que se eche de ver, que estàn desconformes en la causa; pero no entre si mesmos, como gravemente lo dixo Cicerō Ciceron , hablando en una parte
Cicer. Phil. 10. & 11.
de semejantes diferencias de pareceres, que solia tener con Quinto Fusio Caleno, que era intimo amigo suyo. I en otra,
de otros tales lances, que en el Senado le passaban con Iulio Cesar; pero siẽ pre siempre desuerte, que la contrariedad en los votos no les menoscabasse un punto de su amistad. I lo mesmo refiere el mesmo,
Idẽ Idem 3. Thuscul.
que solia passar entre Lucio Lentulo, i Marco Caton. I Cornelio Tacito,[ ]
Tacit. in libro de oratore.
que Marco Apro, queriendo cierta vez en el Senado diferenciarse de lo que venia votado por los que le antecedian, entrò haziendo la salva con dezir, que esso no les podria sonar mal, ni hazer novedad, pues sabian, que era ley antigua, i comun en tales negocios, dezir cada uno el juizio de su animo, sin da ño, i perjuizio del afecto, i respeto de los que sintiessen de otra manera.
A los quales lugares i exemplos, añade otros muy dignos de leerse Iano Langleo.
I es elegantissimo el de Philostrato
en la vida de Apolonio Thyaneo, donde refiere, que este solia dezir, que de ninguna cosa necessita mas una ciudad, para hallarse bien governada, que de una dissenciente concordia, cōviene conviene à saber, de Ciudadanos, i Senadores, que con mutua emulacion anden luchando entre si, por el comun bien de su Republica, i sobre quien da mejor voto que otros, en lo que puede importar para ella.
Porque si esto assi no fuesse, i adtiessemos advirtiessemos lo contrario, no vendria à aver libertad en los votos, la qual siempre se ha juzgado muy necessaria; como tambien lo prueban, con insignes lugares, el mesmo Langleo, Iuan Brantio, Bobadilla, i otros Autores.
I un Texto maravilloso de nuestro Reino,
que dize, i ordena: Que al tiempo del votar, cada uno diga su voto libremente, sin dezir palabras, ni mostrar voluntad de persuadir à otros que le sigan, i que tengan silencio, i no atreviessen, ni atajen al que votare.
I esto es cierto en tal forma, que entre los Romanos se tenia por de humilde ingenio, ô espiritu, el que no sabia, ò no se atrevia à apartarse de lo que otros aviā avian votado. I à estos solian llamar Senadores, Pedarios, i Agipedes, porque sin hablar, ni discurrir, se iban con lo que à otros avian oido, i obraban los pies, lo que debiera obrar la cabeça, como lo dan à entender Laberio, Lucilio, i Festo Pompeyo, aunque Agelio, Rosino, i Fungero dan otras derivaciones à estos vocablos.
Si bien (como ya lo dexo dicho) no es reprehensible, sino digno de loa, el seguir la sentencia de los compañeros, i remitirse à ella, quando uno no tiene que añadir: i en hazerlo assi, defiere mas à la razon, i al ahorro del tiempo, que al temor i la autoridad.
I para que esto se escuse, i la libertad de los votos quede mas franca, se ordena por nuestras leyes recopiladas,
que se comience à votar por los mas Modernos. Porque aunque para otras cosas se suelen preferir los Antiguos,
i por ventura tambien conviniera hazer en estas lo mesmo, porque pudieran instruir à los nuevos: todavia pudo i obrò mas el deseo de que huviesse libertad en el dezir, i votar. La qual quiças no fuera tan entera, si los mas antiguos huvieran votado primero, porque no se atrevieran à contradezirles, como expressamente, para la razon de decidir de las dichas leyes, lo advirtierō advirtieron la Curia Pisana, Azevedo, i Bobadilla.
I lo mesmo se guarda i pratica en casi todos los Tribu| nales de Europa, como de la Curia Romana lo testifica Nicolao de Lira,
del Remo de Napoles, i Sicilia Mateo de Aflictis,
Afflict. decis. 1.
del de Portugal, i otras provincias, Antonio Gama, i otros que plenamente juntò su Adicionador.
De Francia Cassaneo, i de Saboya Osasco, i Antonio Thesauro,
que son dignos de verse para este punto.
I debe estar tan lexos un Oidor de enojarse con sus compañeros, ò quererlos mal, porque no le sigan, ò se opongan à sus votos, i pareceres, que antes el que es cuerdo, i lleva deseo de acertar, si despues de aver votado, viere que otros son de mejor, i mas bien fundada opinion, ò que dan mejor salida al negocio de que se trata, està obligado en conciencia à apartarse de la suya, i conformarse con ellos, sin que en esto, ni por esto pueda incurrir nota alguna, porque antes la incurrirà mayor, i con cargo de restitucion, si conociendo su error, persistiere en el contumazmente, por hazer pũ to punto de honra en no retractarle, como con exemplos de la Medicina, i lugares de buenas letras, lo prueba Pedro Andres Canonherio.
Entre los quales pone el de Seneca, ya citado, que no es liviandad apartarse de un error conocido, i otro de Ciceron,
que confiessa, que nunca pudo ser loable en varones aventajados en el govierno de las Republicas, estarse siempre firmes en un parecer. Porque aun en un mesmo negocio es licito mudarle, si se varian los tiempos, i las razones, i aunque no se variẽ varien , reformando en mejor nuestro proprio dictamen, como lo enseñan algunos Textos i Dotores, i en nuestros terminos el Moderno Iuan Brantio.
I por esta causa, reprehende con mucha razon Cornelio Tacito,
Tacit. 15. annal.
à Cessonio Peto, que porque no pareciesse que seguia à otros, quando votaba en el Senado, afectaba singularidades, i hechaba siempre por los peores caminos.
I mucho mas dignos seràn de nota, i reprehension los que se dexan llevar tanto del odio, ò emulacion de los compañeros, que por el mesmo caso que les ayan oido aprobar algun medio, se ponen luego de parte del contrario, cuyo mal natural, i los da ños que se siguen de tales emulaciones, nota bien un grave Autor,
trayendo en prueba dello varios exemplos, i lugares de otros, i mostrando con evidencia, quan fuera van de camino los que sienten, que al Principe, i à la Republica le pueda estar bien, que sus Ministros i Consejeros anden entre si discordes, i encontrados. Lo qual tambien trata, i resuelve elegante, i Christianamente el Maestro Fray Iuan Marquez, Melchor Iunio, i Calisto Remirez.
I este ultimo añade, i prueba, que la pertinacia impide los buenos Consejos.
La sexta advertencia sea, que si entre los compañeros, i colegas de una Audiencia, ò Consejo, que tienen igual autoridad, i potestad, es tan dañoso el mostrar aficion particular à sus votos i pareceres, i gusto de que los sigan, i el enojarse con ellos sino lo hazen, ò intimidarlos para que lo hagan, bastantemente se dexa entender, quanto mas da ñoso serà en los que en los mesmos Consejos, ò Audiencias, no entran como iguales, sino como superiores, quales son los Virreyes, i Presidentes dellas, que tienen, i hazen el oficio de sus cabeças. Pues quanto mayor es su mano, i poder, podràn tambien da ñar mas, sino dexan votar con entera libertad à sus Senadores, ò descubren, quando lo comiençan à hazer, aunque sea con solo el semblante, ò otros leves indicios, lo que ellos tienen en voluntad.
Para lo qual traen assimesmo insigues testimonios, i exemplos Iano Langleo, i Iuan Cochier,
notando los daños que esto ha causado, i podrà causar en qualquiera Republica, i Senado, i concluyendo que esta | es, i debe ser la primera ley de todos los Consejos, i Audiencias, que los que presiden en ellos, dexen que sus Ministros puedan dezir, i digan libremente lo que sintieren, aunque à ellos no les sea muy agradable, ò se oponga derechamente à su dictamen, i parecer. Pero ninguno dixo esto mejor, i mas claro que Homero,
quando introduce à Diomedes, que fundado en esta ley, no solo se opuso libre, sino aun descompuestamente, al voto de Agamemnon, i luego introduce à Nestor, que le amonesta, que por el mesmo caso que se hallaba superior à los otros, le corria mayor obligacion de oirlos à todos, dexandoles dezir lo que tuviessen por conveniente, i despues escogiesse lo que juzgasse por mas acertado, pesandolo, i pensandolo con prudencia, sin quererse fiar de si solo.
I de aqui naciò la alabança que Pliniò dà à Trajano en su Panegyrico, en razon de que en su tiempo se avia restituido esta entera libertad de votar al Senado, siendo assi, que en los de otros Emperadores, todos se iban al sabor de su paladar, sin atreverse à desplegar los labios en contrario, ni dezir cosa, que pudiesse causarles desabrimiento, como el mesmo Plinio, i Iuvenal
lo dizen, hablā hablan lo del de Domiciano. I Ciceron, Dion, Suetonio, i Cornelio Tacito, de otros, doliendose, de que faltaban ya en el Senado los Catones, Scevolas, i Messalas, que con animo valeroso, se solian oponer à sus cabeças ò superiores.
Como Christiana, i compuestamente, i guardandoles el respeto i decoro debido, està obligado à hazerlo qualquier Senador, Magistrado, i Ministro, que por ellos fuere llamado à semejantes juntas, i Acuerdos, sin recelo de su opression, ò indignacion, i aunque sepa, que no ha de obtener, ni prevalecer su voto i sentencia, sino que por ventura se ha de quedar solo, i singular en ella. Porque al que vota, no le toca mirar lo que ha de salir resuelto por mayor parte, sino lo que el en Dios i en su consciencia, i prudencia debe votar i aconsejar, informado de buena, i desapassionada razon su dictamen, como elegantissimamente lo dexò ense ñado Ciceron en una de sus Philipicas,
e. Cicer. Philip. 2.
i lo disputa, i resuelve bien el Cardenal Gabriel Paleoto.
La septima advertencia sea, que sepan los Oidores, que si generalmente à todas personas les està encargado el secreto, i recato de las cosas que tocan al Reino, i imperio, como lo dize una celebre ley, i muchos Autores.
Ellos en primer lugar, i con mayores razones, i obligaciones estan obligados à lo mesmo, i en particular à no descubrir, ni revelar directè, ni indirectè lo que se votare, i passare en los Acuerdos, ò juntas en que se hallaren. Porque assi se lo mandan sus ordenanças, i una ley Recopilada,
que dize: I mandamos à los dichos Oidores, que tengan grande cuidado en la guarda del Secreto del Acuerdo, pues tanto importa.
Con la qual contestan otras muchas,
que no solo se contentan de encargarles este secreto, sino aun ordenan, que hagan juramento particular de su observancia, quando entran à usar, i exercer sus oficios, i ponen graves penas à los que le quebrantaren, i que se les pueda probar con testigos singulares. De las quales leyes, i su inteligencia, i exornacion, juntando muchas cosas de todas letras, en prueba de lo que importa la guarda de estos secretos, tratan largamente algunos Modernos, que refieren à otros.
I es digno de leerse el lugar de Quinto Curcio en su libro quarto cap. 19. donde dize, que los Persas castigaban este delito, mas que otro alguno, por injurioso que fuesse, de los que se podian cometer con la lengua, i se la arrancaban, al que le cometia. | juzgando que era impossible, que fuesse digno de que se le fiassen cosas grandes, quien tenia por grave, i dificultoso el callar, cosa que tan facil es por naturaleza.
Iuan Andres dize tambien otras cosas notables para este punto,
i entre ellas, que se induce justa causa de recusacion, por la revelacion del secreto. I Egidio Bossio refiere,
que Francisco Bellono Senador del Monferrato, fue degollado en la ciudad del Cassal, porque revelò la sentencia de muerte, à que por el Senado avia sido condenado un delinquente, antes de publicarse. I el Bocalino en el Reguallo quinto de su primera centuria, por sola esta virtud del secreto, ensalça el Senado de la Serenissima Republica de Venecia, sobre todos los del mundo, pues constando de mas de docientas, i cinquenta personas, nunca se ha visto se aya violado el secreto, de lo que en el se propone, i resuelve.
Lo octavo, que tambien conviene que tengan muy entendido, i advertido los Oidores de las Indias, es, que despues de aver votado en la forma dicha, se ha de publicar, pronunciar, i executar lo que saliere resuelto por mayor parte. I por las ordenan ças del año de 1563. dos Oidores de las Audiencias dellas, podian, i pueden hazer sentencia en todos los pleitos, aunque sean de mayor quantia, excepto en la de Mexico, donde no se admitiò esta ordenança, i se fueron siempre con otras mas antigua del año de 1542. que en conformidad de lo que dispone una ley de la Recopilacion de Castilla,
requiere tres votos conformes de toda conformidad para tales negocios. Lo qual aora de proximo se ha mandado guardar i praticar tambien en la de Lima, por cedula del año de 1630. à consulta que hizo un Visitador della, llamado el Licenciado don Iuan Gutierrez Flores, que vino de Mexico, i hecho aquel estilo, estrañ ò, à que en Lima no se observasse.
I no sè si con esto le mejorò, lo que se es, que por causa del se atrassaron, i retardaron muchos negocios, remitiendose los mas dellos en discordia de votos, assi por aver de ordinario falta de juezes, como porque pocas vezes se conforman tres del todo en una mesma sentencia de toda conformidad, lo qual es necessario para que se pueda pronunciar por tal, i como tal, i en qualquier punto, ò circunstancia que discorden, por leve que sea, no se tienen por conformes, ni hazen sentencia, como notablemente lo resuelven Baldo, i otros muchos Autores.
I esta mayor parte de votos ò pareceres, se mira, i regula, no por la calidad, ò dignidad de las personas de los votātes votantes , sino por el numero de las que concurren à votar con igual potestad, como lo disponen las leyes, i ordenanças Reales, que he referido, i en terminos de derecho comun lo dexò advertido Abad, i los que le siguen.
I Ciceron, i Plinio Iunior
muestran que lo mesmo se observaba en al Senado Romano, aunque reconociendo, que no siempre es esto lo mas conveniente, por no aver cosa mas desigual que esta igualdad, i porque donde se cuentā cuentan , i no se pesan, ò ponderan los votos i sus razones, muchas vezes sucede, que la parte mejor quede vencida por la mayor. De las quales autoridades, i otras haze mencion Pinelo en nuestro proposito.
I es en si tan cierta esta regulacion, que aunque en el Senado de Napoles, i del Piamonte, en igualdad de votos, se aya de estar i passar por la parte ò sentencia à que el Presidente se arrima, i en otros, por la que es en favor de los reos, como lo testifican Vincencio de Franchis, i Antonio Tesauro,
Franch. ubi sup.
en nuestros Tribunales de España, i de las Indias no se haze esta distincion, sino se mira siempre (como he dicho) el mayor numero de los votos, i en aviendo | igualdad entre ellos, se remite en discordia à otra sala, i mayor numero de juezes, i en falta dellos en las Indias al Fiscal, ò Abogados que para esto se mandan nombrar, como consta de las leyes i ordenanças que de ello tratan,
en las quales se tocan i deciden otras questiones que conciernen à esta materia.
I Yo, estando en Lima, fundado en estos principios, convenci, i reprobè en estrados la pretension de un docto Abogado, llamado el Dotor Alvaro de Solis, que porfiadamente defendia, que en igualdad de votos, se avia de tener i pronunciar por sentencia, la que se avia dado en aquella Real Audiencia, en favor de la libertad de un esclavo, alegando para esto las leyes de derecho comun, que assi nos lo enseñan,
i pretendiendo no estaban derogadas, por las de nuestro Reino. Sin advertir, que aquellas leyes, tambien daban el mesmo derecho à todos los reos en igualdad de sufragios. I que las nuestras, general, i indistintamente en todas causas, por favorables que sean, no tuvieron, ni quisieron tener por sentencia, aquella, en que los votos se hallaban iguales, porque en dandose esta igualdad, los unos quiebran ò enervan la fuerça, i autoridad del parecer de los otros, i se viene à quedar el negocio en el mesmo estado que tenia, ò tuviera, si no se huviera votado, ò por lo menos queda in pendenti, hasta que los demas juezes, que entrā entran en remissiō remission declaren en este caso, por quales se debe estar, i passar, como en otro semejante lo dixo un Iurisconsulto.
I con elegancia Plinio Iunior,
diziendo, que aun las sentencias que se pronuncian como diversas, se han de contar, i reputar, como si fueran contrarias, con cuyo parecer se conforman Acursio, Cujacio, Duareno, Donelo, i otros,
que son dignos de leerse para este intento.
I cerrando el discurso del nuestro, lo que en la forma referida saliere votado, i resuelto por mayor parte, lo han de firmar todos los que intervinieron en sentenciarlo, aunque ayan sido de voto contrario, como expressamente lo disponen nuestras leyes Recopiladas,
i en terminos del derecho municipal de las Indias, una celebre cedula dada en el Bosque de Segovia en 19. de Otubre del año de 1565.
La qual dize, que esto es lo que conviene, para el mejor despacho de los pleitos, i que se guarde el secreto de los votos dellos, i se conserve entera conformidad entre los Oidores que los votaren.
I este estilo se conforma con el que observa la Rota Romana, Delfinado, Consejo de Napoles, i casi todos los demas Senados de Europa, como lo advierte el Cardenal Paleoto, Francisco Marco, Rovito, i otros Autores.
I se funda en la vulgar regla del derecho, que enseña, que lo que se haze, ò resuelve por la mayor parte de los votos de una comunidad, es visto hazerse i resolverse por todos los que concurren en ella, i en duda se tiene, i presume por justo.
Aunque no han faltado algunos, que han querido poner dificultad en esto de obligar à que firmen, i se subscriban en la sentencia, los que fueron de voto contrario della, quando tienen por cierto que es notoriamente injusta, i que los compañeros que se conformaron en ella, se moviero por razones poco sustanciales, ò por otros respetos indebidos, i especialmente, quando los pleitos son graves, i arduos, ò de materias criminales,
porque dizen, que no ay precepto de ley, ni de Rey, que pueda obligarles à firmar, ni cooperar en este pecado, como ni les pudiera obligar à militar en una guerra, que notoriamente la tuviessen por injusta, segun dotrina de Navarro, Vitoria, i Molina.
I Francisco Marco
refiere, que sobre esta question consulto | un gran Theologo; pero no declara lo que le respondio.
I Yo la tuve de hecho estādo estando en Lima, i votandose el pleito del espolio del Arçobispo don Toribio Alonso Mogrovejo, en el qual, algunos de los compañeros, no quisieron votar, ni firmar, por dezir no se hallaban juezes, respeto de tener aquel pleito por meramente Eclesiastico, i que el escrupulo que les causaba este dictamen, ni se le podia quitar la ley Real, ni el aver mas votos, que sintiessen se podia conocer, i determinar aquella causa, por los de la Audiencia. Aunque Yo, nunca insistiera mucho en estos reparos, porque el firmar lo que sale votado por mayor parte, no es aprobarlo, ni consentirlo, sino obedecer à la ley, que por razones superiores, i concernientes al bien publico, ordena, que firmen todos. I à los que tienen contrario dictamen, les dexa libre recurso de assentar su voto con todas las protestaciones, i reclamaciones, que por bien tuvieren, en el libro Secreto, que para esto se manda aver, i tener por las leyes Reales,
en el Archivo de los Acuerdos. Con lo qual me parece que bastantemente quedan libres de todo escrupulo, i assimesmo seguros, para quanto en ambos fueros se les pudiere ofrecer, demandar ò sindicar por semejantes negocios. I si se abriesse puerta à lo contrario, i quedasse en su voluntad el no firmar, por dezir, que formaban escrupulo, seria hazerse como acusadores, i Fiscales de los que tuvieron voto contrario, i quebrantar el secreto de los Acuerdos, i lo que mas es la autoridad, i respeto que se debe, i suelen tener en si las sentencias i cosas juzgadas por los Senados i Reales Audiencias, de que tanto tengo dicho en otros lugares.
I tambien se envileceria, i enflaqueceria el lustre, i estimacion dellas mesmas, siendo tan conveniente que en todo se conserve, i aumente, i mas en las Indias, co mo lo dexo ya apuntado i probado en el capitulo tercero, i quarto de este libro, i singular, i novissimamente lo dize Fontanela,
que alabando las decisiones del Senado de Cataluña, se arroja à dezir, que sin duda tienen algo de divinidad estas Congregaciones, que Dios constituyo en la tierra, para administrar justicia, i que parece que las assiste, para que siempre juzguen i arbitren lo que es conforme à razon, equidad, i justicia. A qual Yo, aun mas en nuestros terminos añado las insignes palabras, que hablando del Senado Romano, escribe Plinio Iunior en una de sus Epistolas,
llamandole Mirifico, ò Milagroso. Porque aunque à todos se les dexaba votar i dissentir libremente, antes de resolver los negocios que en el se ofrecian i vẽ tilaban ventilaban ; en acabandose de resolver, i determinar, todos ponian igualmente el ombro, à que se llevasse à debida execucion lo que saliò resuelto i determinado por mayor parte.
Aunque no ignoro, ni niego que en todas partes i Tribunales, suelen tener muchas vezes mucho de de caso fortuito sus sentencias i resoluciones; porque en efeto son hō bres hombres los que las toman, como lo reconocen muchos Textos, i Autores.
I porque segun añaden otros, siguiendo el celebre dicho de Baldo,
nuestros pecados ocasionan, que no sepamos acertar con lo mas conveniente, i justificado. I como lo advirtiò bien Quintiliano,
Quintil in inst. orator.
casos ay en que salen errados, i torcidos los juizios aun sin culpa ò impericia de los que los juzgan i resuelven; porque tal vez se vienẽ vienen à juzgar por testigos falsos i corrompidos, tal se pierden por malentendidos i defendidos, por los mesmos que los intentan, i en algu nos daña à los reos su propria seguridad, i confiança.

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