CAP. IV.

CAP. IV.

De las Perlas, Esmeraldas, i otras piedras preciosas de las Indias, i derechos Reales impuestos en ellas.

AVnqve algunos Autores, i entre ellos el Dotor Monardes gran Medico de Sevilla,
se han persuadido, i nos quieren persuadir, que la estimacion que comunmente hazemos de los diamantes, perlas, esmeraldas, i otras piedras que llamamos preciosas, no consiste en otra cosa, mas que en la opiniōopinion que se tiene dellas, i que se han visto pocos, ò ningunos milagros, i efetos de los muchos que se escriben de sus virtudes i propriedades, porq̃porque no saben que tengan otra mas que sacar el dinero de una bolsa, i echarla en otra.
Con los quales cōtestacontesta, el poco caso que de ellas, i de la plata, i del oro han hecho algunas Naciones, estimando mas el hierro, estaño, cobre, i açofar, i otras cosas que nosotros tenemos por viles, como lo refieren Iuan Boemo, Pineda Mayolo, Zuingero, i otros Autores,
trayẽdotrayendo el exemplo delos Etiopes, i de estos nuestros Indios Occidentales, que tan baratas nos permutaban estas, que llamamos riquezas, i diziendo, que si las han començado à tener en algo, es porq̃porque de nosotros lo han aprendido. Por lo qual concluyo S. ClemẽteClemente Alexandrino,
que es de niños, i faltos de juizio el admirar, ò estimar tales piedras, i riquezas, i que las verdaderas consisten en el animo verdaderamente Christiano, i son la virtud, justicia, i buena razon, que como se dize en los Proverbios, vale mas que el oro, piedras preciosas, i plata acendrada.
Todavia no podemos negar, que en ellas aya puesto, i encerrado el que las crio, muchas, i muy particulares virtudes, i excelencias; i que por esto, i su natural hermosura, casi desde el principio del mundo hallemos hecha dellas noble mencion, i digna estimacion en la sagrada Escritura, en las leyes del derecho,
i entre todos los hombres bien entendidos. De que dexo de escribir mucho, por aver escrito tanto los Autores Antiguos, i Modernos, que han tomado esto à su cargo, i copiosamente refiere Bernardo Cessio.
I el Dotor FrāciscoFrancisco Valles, diziendo, que muchos las juzgājuzgan por participantes del fuego, i resplandor celestial, i tratando, porq̃porque en la Creacion del Mundo no se haze mencion dellas, ni de los metales.
I el Padre Martin Delrio,
que discurre filosoficamẽtefilosoficamente, porq̃porque no pueden convertirse unas en otras, como vemos que se pueden convertir los metales.
Dedonde es, que Salomon con aver sido el Rey mas sabio del mũdomundo, i que mas conocimiento tuvo, i mejor juizio i aprecio pudo hazer de las cosas dèl, puso uno de sus mayores cuidados (como se dize en el ParalipomenōParalipomenon,
) en que de todo èl, se le buscassen, traxessen, i jũtassenjuntassen quātasquantas piedras preciosas se pudiessen hallar, en que entraban Perlas, Diamantes, Esmeraldas, CarbũcosCarbuncos, Safiros, Amatistas, Rubies, Cristales, Corales, Agatas, Topacios, Berilos, Crisoberilos, Iacintos, Sardonicos, Onichinos, Imanes, i otras infinitas, cuya copiosa nomenclatura, i la de las partes dedonde se le podian traer, pone muy à la larga el Padre Iuan de Pineda.
I lo mesmo han hecho otros Reyes, i Naciones, poniẽdoponiendo en tenerlas, i gozar dellas, su principal felicidad, i riqueza, de que tambien juntan mucho Marciano Iurisconsulto, Simon Mayolo, i MaluẽdaMaluenda, i otros que ellos refieren.
Contando, entre otras cosas, que un Rey de Zeilan en la India Oriental, tuvo un rubi del largo de un palmo, i del gruesso de un braço, que daba de noche mas luz de la que pudieran dar muchas hachas juntas, i que por no se aver visto otro tal en el mũdomundo, era segun dize Marco | Polo,
M. Polus libro 3. c. 19.
de inestimable valor. I que el Emperador de Constantinopla Leon IV. i el Pontifice Romano Paulo II. estimaban, i codiciaban tanto las mesmas joyas, i el ostentar con ellas su Magestad, que de las muchas de que cargaban sus Diademas, i Tiaras, se les ocasionaron muertes de aplopexias.
Supuesto lo qual, no podrà censurarse, que nuestros gloriosos Reyes de España, se precien de ser dueños de quanto de este genero ay precioso en el Orbe, pues lo producen por mayor parte las Indias Orientales, i Occidentales, i essas son suyas, como Carolo Escribano
lo pondera bien para otro proposito. Ni tampoco, que yo me detenga algo en declarar las rentas, i derechos, que por esta causa les pertenecen, pues à ningun Principe del mundo se pueden aplicar mejor los versos de Iuvenal, en que dixo, que quanto ay lucido i hermoso en el mar, i en lo que rodea, todo es del Fisco do quiera que nace.
Porque si miramos las perlas, à quien los Latinos llaman Vniones, i Margaritas, i Plinio, i otros
dan el Principado entre todas las Gemmas, i Nosotros las llamamos Perlas, corrompido el vocablo de Perulas; porque las mas perfetas, i estimadas son las que se hallan de hechura de peras, que los Griegos dizen Elencos, hallaremos, que en ninguna parte del mundo se han descubierto tantas, i tan grādesgrandes, como en los Ostiales de nuestras Indias, como lo refiere i afirma el Padre Ioseph de Acosta,
tratando de las pesquerias del mar del Sur, junto à Panama, i en la isla de Perlas, i de las del mar del Norte, cerca del rio que llamāllaman de la Hacha, i diziendo, como, i con quanto trabajo se pescan: i que el año de 1587. vio en la memoria de lo que venia para el Rey, diez i ocho marcos de perlas, i otros tres caxones dellas, i para particulares 1264. marcos, i sin esto otras siete talegas por pesar, que en otro tiempo se tuviera por fabuloso. I que de esto ha resultado, que las perlas que en tiempos antiguos fueron tan estimadas, que solo à personas Reales pertenecian, oi por ser tanta su copia, traigan sartas dellas hasta las negras.
Antonio de Herrera, dize,
que en toda la costa de la isla de Cubagua, i de la Margarita, i en mas de quatrocientas leguas que ay del Cabo de la Vela al Golfo de Paria, i en otras muchas partes, se hallan las Ostias, en cuyo seno nace la perla, en grandissima cantidad, haziendose un granillo, en el principio tierno como leche, que con el tiempo va creciendo, i endureciendo, i que llegò algunos años à valer el quinto del Rey, de solas estas pesquerias de Cubagua, mas de quinze mil ducados; i que se pescan entrando los hombres, que llaman Buzos, debaxo del agua, i estando, quanto les puede dutar el aliento, arrancando las conchas dedonde estan pegadas, que à vezes tardan mas de un quarto de hora, i aun media, en hazer su pesca; i que para que puedan detener mas el aliento, les hazen, que coman poco, i manjares muy secos, i que sean continentes.
I en otras partes refiere,
como un Luis Lampuñano Milanes, se ofrecio hazer un ingenio para pescar estas Ostias, sin que la gẽtegente entrasse debaxo del agua, el qual ingenio se avia de tirar con una, ò dos Caravelas, si bien esto no debio de tener efeto, aunque no es nuevo el pescarlas con redes, porque segun Eliano,
Aelian. lib. 14. c. 8.
assi lo hazian los Icthiophagos, Indios de la India Oriental.
I lo que mas es, en el mesmo Herrera leemos,
que junto à la pesqueria de Cubagua se descubrio otra, en una isla llamada Coche, de la qual, en solo el mes de Enero, se cogieron mas de mil i quinientos marcos de Perlas, i se esperaba, que en un año se cogerian sobre mas de dozemil. Aunque despues se passò à la Margarita esta pesqueria, dexando | la de Cubagua; porq̃porque dizen se fueron della los Ostiones por el rumor de la artilleria de los muchos navios, que acudian à aquella isla à la Contratacion de las perlas.
Gonçalo Hernandez de Oviedo,
contesta tābientambien en todo lo referido, i dèl lo tomò Antonio de Herrera. I luego haze capitulo particular muy digno de leerse, de la creaciōcreacion, i duraciōduracion de las perlas, i que se envegecen, i por esso pierden de su valor. I de las muchas, i muy grandes que se hallarōhallaron en el mar del Sur àzia el Darien, en la isla de Terarequi, i en otras partes, por el año de 1515. una de las quales fue de peso de 31. quilates, de hechura de pera, de lindo color, i muy oriental, i la cōpròcomprò la Emperatriz à doña Isabel de Bobadilla, muger que fue de Pedrarias, que es la que entonces, i despues acà han llamado la Peregrina. I que èl tuvo otra redōdaredonda, de peso de 26, quilates, i otra de talle de pera, que huvo en Panama el año de 1529. que la vendio en 450. castellanos. I à estas perlas alude Pedro Martir en su suma quādoquando dize, que vio vender una en 1200. escudos, i SimōSimon Mayolo,
que refiriendo à Oviedo, dize, que se sacaban tan grādesgrandes como huebos de gallina. Con que no tienen nuestras Indias que embidiar, ni admitar las Perlas de Cleopatra, de que hazen tātatanta mencion, i estimaciōestimacion Plinio, Macrobio, i otros Autores,
diziendo aver valido cada una cien mil ducados.
I no es menos maravillosa la gran copia dellas, aunque no tan grandes, que despues se hallaron en la Florida, donde segun dize el Inga Garcilasso,
estaban llenos los Templos, de caxas, i cestas dellas hasta los techos, i las mas eran como garbanzos, aũqueaunque algo morenas, porque las ahumaban los Indios para oradarlas. I aora de proximo se han descubierto las de las Californias, i toda su costa, de que cuentan tales Grandezas, que escuso referirlas por no alargarme.
I por dezir algo de los diamantes, los quales, aunq̃aunque se dan en mayor copia en la India Oriental, i en la Arabia, i otras Provincias, que refieren Simon Mayolo, i Bernardo Cessio,
juntando mucho, despues de Plinio, i otros, de sus virtudes, i propriedades, tābientambien se han hallado en estas OccidẽtalesOccidentales, de estremada perfeccion, i grandeza entre las minas de oro, i en otras partes, como se podrà ver en el libro que tiene por titulo, Relaciones del Nuevo Orbe,
que tābientambien tratà de sus Rubies, que en Griego, porq̃porque imitan las brasas encẽdidasencendidas, se llaman Pyropos. I Camilo Borrelo, refiriendo à Garcia de Huerta,
dize, que se hallan minas de diamantes en sus peñascos, i montañas, i que en la provincia de Benager es mucha su copia, i rinden grādesgrandes derechos à nuestro Rey, porque son, i debẽdeben ser suyos, todos los que passan de treinta quilates, i cada quilate es del peso de cinco granos de trigo, aunque segun Mayolo,
Maiol. sup. pag. 312.
pocos se suelen hallar que sean mayores que una avellana.
El mesmo Mayolo, alegando à Pedro Martir, i Gonçalo de Oviedo, dize de los zafiros de nuestras Indias, i que aunq̃aunque esta piedra no suele ser mayor que una almendra, se han visto algunos en ellas, mayores que huebos de gallina, i aun el Padre Eusebio
dize, que de ganso. I haze vn libro entero de otras infinitas piedras, taras, i extraordinarias, de que abunda este nuevo Orbe, i de sus virtudes, i propriedades, que nũcanunca fuerōfueron conocidas por los Antiguos, i que ruedan los jaspes, cristales, corales, ambares, amatistes, i se hallāhallan poços, i fuentes de pez, i brea, i de otras aguas i betunes medicinales, i arboles de tantas i tan saludables resinas, que seria nunca acabar el querer referirlos.
Pero no puedo passar en silencio lo que dize de la piedra que llamāllaman, Coco de mina,
porque la he tenido en mis manos, la qual es como una grāgran bola, i à manera de los cocos que llevāllevan las palmas, i la engẽdraengendra la tierra, ò por mejor dezir el Sol, en algunas Provincias del Perù, de las que llaman de arriba, i en estando madura, da la mesma tierra | un gran trueno, despues de algunos temblores, como que quiere pari la, i despide, i arroja muy lexos de si la bola, ò el coco, que se abre al salir en quatro, ô mas partes, como solemos abrir las granadas, i todas se hallan llenas de Amatistes, Topacios, cristales, i otras varias piedras preciosas, mas, ò menos perfetas, segun llegaron à madurarse. Sienten los Indios este trueno, como mo ya por la experiencia conocen su causa, i salen luego à buscar adonde ha parado la piedra, teniendose por dichoso aquel que la halla.
I he dexado para lo ultimo, tratar de las Esmeraldas, aunque Plinio, i otros
la dan el tercer lugar entre las piedras preciosas, diziendo como se forman, quaxan, i labran, i la estraña grandeza de algunas que se han hallado. Porque ninguna region del mundo ha dado tantas, i tales como nuestras Indias, especialmente en las Provincias de Mexico, Nuevo Reino de Granada, donde esta la famosa mina que llaman de los Musos, i en el Perù, en la que por esto se dixo de las Esmeraldas, i en otras partes, de que hazen particular relacion, y muy digna de leerse, Pedro Mexia, el Padre Ioseph de Acosta, Antonio de Herrera, don Sebastian de Covarruvias, i otros Autores.
Donde dizen de las cinco Esmeraldas que Hernando Cortes traxo quando vino de Mexico el año 45401540. las quales perdio en la guerra de Argel. Los muchos quintos que rindio al Rey la mina de Somondoco Cacique en el Nuevo Reino. Las que hallò Francisco Pizarro en tierra de Manta, cuyos Indios adoraban por su Dios una, que tenian tan grande como un huebo de avestruz, i la hazian sus sacrificios, i que una India le dio al Francisco Pizarro una mayor que un huebo de Paloma, para moler maiz. I que en la Flota del año de 1587. vinieron à España dos caxones de Esmeraldas, que tenia cada uno dellos por lo medos quatro arrobas. I Monardes refiere,
que en la Flota del de 1574. se traxeron del Nuevo Reino tres, entre otras, que se apreciaban en sesenta mil ducados. Con que podremos creer, que no serian menores, que el catino, ò plato de esmeralda que oy guardan, i estiman tanto los Ginoveses, avido en la pressa de Almeria, quando la ganò de los Motos el Rey don Alonso de Castilla, llamado Emperador, la qual antiguamente los Castellanos llamaron el santo Grial, porq̃porque se quiso dezir, que en aquel plato cenò la cena del Cordero Christo Señor nuestro con sus Dicipulos, aun que esto no es cierto, sino lo contrario, como lo advierte el Padre Acosta.
Concluyendo con dezir, que celebra la sagrada Escritura las Esmeraldas, como joya muy preciada, poniendolas assi entre las piedras preciosas, que traia en el pecho el Sumo Pontifice, como en las que adornan los muros de la Gerusalen celestial, sobre que discurren mas largamente los Padres Cornelio à Lapide, Ribera, Alcaçar, i otros, que refiere Bernardo Cessio.
Pero viniendo aora à tratar lo que es mas proprio de mi instituto, conviene à saber, que derechos llevan nuestros Reyes de estas perlas, i piedras preciosas, digo, que segun reglas de derecho comun, parece no debian llevar algunos, sino dexarlas enteramente à quien las hallasse, por concederselas el que llaman de todas las gentes, como lo enseñan algunos Textos, i alli los Dotores.
I en particular los que tratan de Regalias,
que parece, que pues se restringieron à incorporar en la Corona, i patrimonio Real de los Principes, solas minas de oro, i plata, i poços de sal, no quisieron estenderlas à essotras cosas. I assi aun hablando del oro en polvo, que se halla en los rios, o en sus riberas, lo dixeron Francisco Marco, i Rebufo, referidos, i seguidos, segũsegun parece, por Pedro Barbosa.
Pero esta opinion es comunmente reprobada por los demas Dotores, que enseñan, que debaxo del nombre de metales, se contienen todas estas piedras preciosas, como ya lo dixe en el capitulo primero de este libro, i tambien en la razon que huvo de incorporarlos en la Corona, pues son igualmente dificultosas de hallar, i su precio, i estimacion no menos conveniente, que los metales, para la publica vtilidad, como lo consideran, i enseñan biẽbien Paulo Castrense, Mateo de Aflictis, Bossio, Peregrino Hartmano Pistor, i otros Dotores que refieren, i siguen Regnero Sixtino, i Camilo Borrelo.
I de derecho municipal de nuestras Indias, no se puede poner en esto dificultad; porque luego que los Reyes Catolicos concedieron, que los particulares pudiessen tener minas de metales en ellas, pagandoles el quinto de lo que sacassen, libre de costas, que fue el año de 1504. hizieron la mesma extension, i declaracion en la pesqueria de las perlas, que se començò à introducir, por provisiones, i ordenanças para ello, despachadas el año de 1512. i los siguientes, que se hallan en el tercer Tomo de las impressas,
cuyas palabras son: Tenemos por biẽbien, que todos puedan ir libremente à tomar, i rescatar perlas, dando el quinto de las que assi tomaren, è rescataren para Nos. I assimismo, que las perlas que tomaren, i rescataren, que sean muy buenas, se puedan tomar, i tomen para Nos, dando à los tales armadores, i personas que las tomaren, rescataren, ò pescaren, otra tanta equivalencia de las que à Nos cupieren del quinto, &c. I por una ordenança del año de 1513.
Extat d. 3. tomo, pag. 359.
se dize, hablando aun con mas generalidad, Que todos puedan pescar, i coger perlas, i piedras preciosas, è otras qualesquier cosas, dando el quinto para Nos de todo ello, i que lo que no se pudiere partir por parte, se reparta por estimacion. I lo mesmo dan à entender Acosta, Oviedo, Herrera, i otros que he referido, quando encarecen tanto los quintos, que todas estas cosas rentaban.
I porque en cobrarlos se debia de proceder con descuido, se despacharon muchas provisiones, ordenanças, i instrucciones para los Oficiales Reales, declarando, que ninguno tenga oro, aunque sea en polvo, ni plata, joyas, perlas, ni piedras, sin quintar, en las Indias, i que al que no las quintare se las tomen por perdidas, i ponen el modo en que se han de quintar, ò marcar las que no fueren capaces de recebir en si el golpe del cuño Real.
I por otras cedulas mas nuevas està ordenado, que los quintos destas perlas, que pertenecieren al Rey, no se vendan en las Indias, sino que se embien en grano à la Casa de la Contratacion de Sevilla, por si necessitare dellas para sus usos. I en quanto al modo que se ha de tener en su pesqueria, por el gran trabajo que en ella passen los Indios, i los muchos que consumian, ay tambien particulares cedulas, i ordenanças, consecutivas à las que he referido, i tengo ya dicho algo en otro capitulo.
Supr. lib. 2. cap.
I cierro este con dezir, que ay Autores, que encarecen sumamente las riquezas que en si encierra el mar, i son de opinion, que se reservan para el Anti-Christo, i que se le han de manifestar todas, como alegando muchos, lo tratan Delrio, Pineda, i Maluenda,
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