CAP. III.

CAP. III.

De que el nombre que mas les quadra à estas Indias Occidentales, es el de Nvevo Orbe: Dese la razon desto: Dizese de su grandeza, i demarcacion; i algo de la linea Meridional, con que el Romano Pontifice dividio la navegacion entre Castellanos, i Portugueses.

ENtre los nombres que hasta oy se han dado à nuestras Indias, ninguno hallo mas conveniente, i significātesignificante de su grandeza, que el de Nueve Mundo, en latin Novvs Orbis. No porque yo crea, ni siga la opinion de los que dixeron, que auia muchos Mundos:
sino porque supuesto que los Antiguos dividieron en tres partes todo lo que conocian del ya descubierto, conviene à saber, Africa, Europa, i Asia, como lo dixe en el Capitulo primero, aviẽdoseaviendose despues hallado esta, que vulgarmente llaman America, la començaron à contar por quarta, i à llamar la Nuevo Orbe, ò Nuevo Hemisferio, con mucha razōrazon, por la inmensa grādezagrandeza de sus Provincias, que aun con faltar tantas por descubrir, sobrepujan las ya descubiertas, la de las otras tres partes juntas del Mundo: I por la diuersidad de las costumbres, i ritos de sus habitadores, diferencias de los animales, arboles, y plantas que en ellas se hallaron, tampoco parecidas à las de Europa.
Cosas todas, en que con justa causa reparāreparan Varones muy graves aprobando este nombre, i no acabando dignamente de encarecerlas, i concluyendo, que teniendo el Orbe en box, ô circuito, por dōdedonde mas se estiende, trecientos i sesenta y seis grados de elevaciōelevacion de Polo, que reducidos à leguas Castellanas, hazen seis mil i treciẽtastrecientas. Esta nueva parte de Indias, que cupo à la demarcacion de Castilla, abraza en si los ciento i ochẽtaochenta grados, que hazẽhazen, como parece, la mitad, i mas de las dichas leguas.
I assi no debemos estrañar, que se llama Orbe Nvevo, como (poco aduertido de tales noticias) lo haze Pontano en uno de sus Progymnasmas, donde aun duda en hazerle quarta parte del mundo: pues Plinio, i otros de los Antiguos,
dieron este mesmo nombre àla Escandinavia, Isla en lo setentrional de Alemania, i à Trapobana, en lo Oriental de la India, solo por lo que oyeron, ô conocieron de su grandeza. I à Bretaña, ô Inglaterra, por que la cerca el mar, dividida del corriente de Europa, la juzgaban, i llamaban tambien Prouincia del otro mundo,
I verdaderamente, aunque este inferior, por mas que en el se aya descubierto, i descubra, comparado conel Cielo, viene à ser como un punto de su esfera.
No se pue|de negar ser grande la extension que en alguna manera podemos dezir, que ha recibido con el descubrimiẽtodescubrimiento de este que tratamos.
Cuyo sitio, i distancias en ancho i en largo, i lo demas que toca à su universal division, i descripciōdescripcion, tratan variamente varios Autores,
I aun que ninguno dellos pueda por mayor comprehẽdercomprehender, ni descubrir su forma ô figura, porque aun no es tan del todo conocidos, ô descubiertos sus estremos i fines. Todavia, auiendo de hazer concepto de alguna, parece, que la que mas le quadra es la de vn coraçon, como lo dize el P. Ioseph de Acosta,
cuya parte mas ancha, atribuye à todo el pedazo de tierra, que ocupa el Brasil, i el Perù. Su termino, ô pũtapunta, al estrecho de Magallanes: El basis en que remata, todo lo de tierra firme, y que de alli poco à poco se estiẽdeestiende hasta la Florida, i otras Provincias no conocidas.
Otros mas comunmente, i procediendo con mayor claridad (dexadas à parte las muchas Islas que ColōColon descubrio en el mar del Norte, llamadas de Barlovento, i tratādotratando solo de lo que hasta oy està descubierto de tierrafirme en el Nuevo Orbe) le diuiden en dos grandes partes, ò peninsulas, las quales cerca de Panamà, se vienen à estrechar tātotanto como diximos, en aquel breve Isthmo, ò lengua de tierra, que divide ambos mares. I destas Peninsulas, à la que abraça las Provincias de Nueva España, i sus cōfinantesconfinantes, llaman America septentrional. I à la otra, que començando de Panamà, coge todo el Perù, i el Brasil, i Reino de Chile hasta el estrecho de Magallanes, la suelen llamar America Meridional, porque por la mayor parte caen, i mirāmiran estas regiones al medio dia. I una i otra, segun la mas comũcomun dimension, se estiẽdẽestienden por mas de tres mil i quiniẽtasquinientas leguas, de manera, que por lo largo, hazen, i comprehenden ensi la mitad del globo terrestre. I si miramos lo que corrẽcorren i boxan por las costas del mar del Norte, ay Autor que dize
, son seis mil i quarenta, i por las del Sur, tres mil i treinta i seis.
Los lugares i ciudades que oy se hallan poblados con numerosas Colonias de Españoles en ambas peninsulas, los Obispados, Arçobispados, Audiencias Reales, Virreinados, Goviernos, y Corregimientos, que en las mesmas, i en las Islas de Barlovento se han erigido, i fundado para su mejor governaciōgovernacion i conservacion en lo Espiritual, i temporal, i los largos distritos que comprehenden, se diràn con mayor distincion en otra parte: i ya se hallan suficiẽtemẽtesuficientemente expressados por Antonio de Herrera, i otros Autores.
I assi solo quiero advertir, que demàs de lo que se incluye en las Peninsulas referidas, perteneciente à este Nuevo Orbe, se hallan otras Islas, i Regiones de tierra firme, que aunque estan mas remotas, i declinan àzia el Oriente, todavia caen, i se comprehenden en los terminos del, como son las Malucas, ò Molucas, las Filipinas, los Lequios, Iapones, i costas de la China, i las Islas de Salomon, i tierras de la Nueva Guinea, cuyo descubrimiento intentarōintentaron, i consiguieronconsiguieron Alvaro de Mendaña, i Pedro Fernandez de Quiros, aunque hasta aora no las avemos poblado.
I como estas Islas, i especialmẽteespecialmente las Malucas, por lo precioso de su especeria, i otros aromas, fuessẽfuessen apetecidas, i buscadas igualmente por los Reyes de Portugal, i los de Castilla, que solo para este fin intentaron la navegaciōnavegacion por el estrecho que descubrio Magallanes, pretendiendo cada vno, que tocaban à su demarcacion i conquista, i alegādoalegando por su parte las razones, que se podràn ver en Ossorio, Argensola, i otros muchos Autores;
se vinieron por entonces à cōvenirconvenir, en que el Rey de Castilla se las diesse como en empeño al de Portugal, por trecientos i cinquenta mil ducados.
Lo qual aun no bastàra para escusar las contiendas, que despues con el descubrimiento de las Filipinas se bolvierōbolvieron à suscitar, en que reproducian los mismos derechos, | si Dios, como dize un Autor grave,
no juntarà en aquella ocasion en uno estas dos coronas, con la grāgran justificacion que para ello huuo, i refieren los que entōcesentonces, i aora trataron desta materia.
I aun ay alguno que dize se llegô à desear, aun antes que sucediesse, por la soberuia de los Portugueses, i lo mal que hablaban, i procedian en estas contiendas, con notable desprecio de los Castellanos.
I para que mejor se entienda, de que resultauan, i por ser pũtopunto mui necessario para nuestro tratado, es de saber, que como los Reyes de Portugal, despues de aver corrido i pasado con sus nauegaciones todas las costas de la Africa interior, començassen à dar vista à las de la India Oriental, ganaron Bula de Martino V. Romano Pontifice, para que se declarasse por suya la nauegacion, i conquista de todo lo que hubiesse, i se descubriesse desde el Promontorio, ô cabo llamado por los Antiguos de Ganaria, i oy de Buena esperança, hasta lo vltimo de la dicha India Oriental, la qual Bula confirmaron tambien otros Pontifices.
I como despues don Christoval ColōColon començô à descubrir estotras Indias Occidentales, por orden, i en nombre de los Reyes Catholicos de Castilla, i Leon, i con muestras de tanta riqueza, i provecho, como se ha dicho: El Rey de Portugal don Iuan el Segundo lleuô esto mui mal, ōo por parecerle que estas nuevas nauegaciones, i conquistas desluciādeslucian algo la gloria, que la nacion Lusitana avia començado à ganar con las suyas; ò por juzgar, que todas se comprehendià en lo concedido a sus Progenitores por la Sede Apostolica, teniendose por dueños de todo el Oceano. I assi aviendo sobre estos puntos intervenido embaxadas de una parte à otra, i querido llegar à las armas, por no se aver conformado, al fin se convinieron, en que sus pretẽsionespretensiones se comprometiessen en el Romano Pontifice Alexandro VI.
El qual informado, i enterado de las razones, i derechos de ambas partes, para deslindar, i demarcar los regiones que cada uno podia inquirir, i adquirir de nuevo, sin perjuzcio del derecho del otro, formô, i tirô una linea, que començasse à correr Norte Sur, à poco mas de trecientas leguas de las Islas Hesperidas, que oy se dizen de Cabo Verde, i continuandola por su Meridiano: atravesô, y dividiô con ella el mundo por igual en dos partes. En tal forma, que la que cae al Oriente, fuesse de la corona de Portugal, por la mayor antiguedad, que pretẽdiapretendia en este derecho. I la del OccidẽteOccidente, ô PoniẽtePoniente, à la de Castilla. Mandando, que en las navegaciones guardassẽguardassen la mesma diuisiōdiuision, sin ir los vnos por la derrota señalada à los otros: I que en esta forma ocupassen, i partiessen lo que cada uno en su termino descubriese de mar, i tierra, que hasta entonces no se hallasse posseido, i ocupado por otros Reyes Christianos.
De suerte, que dividiendose, como se divide el Mundo en trecientos i sesenta grados, vinieron à caber a cada uno ciento i ochenta, i esta division fue causa de los nuevos pleitos, que despues hubo sobre las Islas Malucas, como lo dexo apũtadoapuntado, y de ella tratan en varias partes graves Autores Castellanos, Portugeses, i Estrangeros;
i quiẽquien quisiere leer a la letra la Bula, que sobre ella se despachô, la podrà ver copiada por Pedro Mateo, y Laertio Cherubino en las sumas de sus Bularios. Si bien no han faltado algunos sectarios, que la censuren, i hablan de ella con la libertad que acostumbran,
negando en los Sumos Pontifices, la potestad de semejantes donaciones, ô concessiones, à los quales satisfaremos en otra parte.
Infra hoc libr. 1. c. 10.
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